Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

martes, 2 de diciembre de 2014

Querida Ana

continuación de http://palabrassobrelahoja.blogspot.com.ar/2014/11/bar-centrico-en-un-otono-primaveral.html

"Al buscar en los bolsillos el dinero para pagar el viaje, encontré una carta jamás enviada, pero si guardada, que tenía escrita la palabra “Ana"”


Querida Ana:
     Me quedé pensando si llegaste bien a la estación. Sé que las calles se doblan sin previo aviso, las esquinas no son esquinas, y la gente no es muy amigable como para demostrar que uno está perdido. Debes haber visto a la distancia el tren llegando, ya que saliste 10 minutos después del horario de salida del mismo desde la estación de Mercedes. Me siento cansado de todo lo que habrás esperado, acá la gente se quedó saludando tu sombra, tu ausencia ya es un paradigma sólido y sinuoso.
     Desde ayer que pienso en si habrás encontrado el camino de vuelta a tu felicidad. Siempre dudé sobre tu capacidad para amar, para conquistar hombres, y para errar palabras. Solo sentí pánico cuando no te vi acá, y te vi allá, a lo lejos, al abrazo de un desconocido. Pero antes de ayer me acordé de tu sonrisa, y esa sensación de placer símil a beber unas medidas de whisky me devolvió el alma al cuerpo. Hoy medito sobre donde estarás, debes estar feliz, o intentando. Yo mientras tanto, juego ajedrez, leo no uno sino dos libros, aprendo a sonreír sin causa ni necesidad, y pienso si realmente se necesita sonreír.
     Desde donde estoy yo, todo parecería enderezar el rumbo. El cielo nunca se vio tan celeste, parece agua, un pequeño mar sin olas, que cada tanto se llena de espuma, como nubes, sin sol. Te saboreo en cada esquina, creo que te extraño hasta en la enfermedad misma. Te aplaudo en la ignorancia del triunfo caliente y sincero, esperado, rozando la tempestad, caminando sobre columpios estáticos, sin pensar en la yerba del mate pasado, quemado, sin gusto. Me encantaría tenerte acá, al lado, sobre el mar profundo y dormido, para que entiendas que mi inconsciencia es consciente, que mi sinceridad es una mentira a mi intento de inhibir las palabras que hoy declararían mi amor hacia tus ojos, esclavos de la memoria, sin perderla tan de golpe. Me pregunto, a donde te fuiste, tan rápido, que ni tiempo a tomarte de la mano me diste, sin pensar entonces, en que las flores que alguna vez te regalé, morirán llenas de agua, por ausencia directa del encanto más gigante, simplemente vos. Pero, entre tanto, entiendo que todo lo que fue, ya no es, ya no será, al menos que ambos dos queramos encantarnos de nuevo, al menos que ambos dos queramos fundirnos en un beso de esos que los fotógrafos mueren, las películas los usan de imagen, y tu perfume se me impregna para siempre.
     Pero ésta carta, si el hombre del correo tiene ganas, el camión sale a horario, no se rompe el motor viejo en la ruta, la ciudad abre las puertas, el distribuidor del correo tiene ganas de trabajar, la carta no se perdió, y el cartero es un tipo inteligente, que se da cuenta que en realidad tu calle no es Yrigoyen sino Irigoyen, como el abogado, te llegará en 3 semanas, para lo cual, quizás sea tarde. Y si no lo es, nada detendrá el interesante intento de dormir sobre tu piel, casi sin tocarla, bebiendo café mientras la lluvia mata los planes al aire libre, mientras el viento te aferra a mí y yo a vos, mientras el gris plateado azulado del cielo argentino te conquista para que te quedes acá un rato más, sin importar el día y la noche, el chocolate, un pequeño acertijo, un diario viejo, Hyde Park, Piazza del Popolo, San Siro, Hôtel National des Invalides, Rialto, Ponte Vecchio. Aprenderé así, a esperar, a calmar la ansiedad acoplada a ésta necesidad calamitosa de verte. Mientras tanto, dibujo tu imagen en mi mente abandonada por la imaginación, por la originalidad, perdida.

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