Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

martes, 28 de abril de 2015

El Río del Olvido - Eduardo Galeano



     La primera vez que fui a Galicia, mis amigos me llevaron al río del Olvido. Mis amigos me dijeron que los legionarios romanos, en los antiguos tiempos imperiales, habían querido invadir estas tierras, pero de aquí no habían pasado: paralizados por el pánico, se habían detenido a la orilla de este río y no lo habían atravesado nunca, porque quien cruza el río del Olvido llega a la otra orilla sin saber quién es ni de dónde viene.
     Yo estaba empezando mi exilio en España, y pensé: si basan las aguas de un río para borrar la memoria, ¿qué pasará conmigo, resto de naufragio, que atravesé todo un mar?
     Pero yo había estado recorriendo los pueblecitos de Pontevedra y Orense, y había descubierto tabernas y cafés que se llamaban Uruguay o Venezuela o Mi Buenos Aires Querido y cantinas que ofrecían parrilladas o arepas, y por todas partes había banderines de Peñarol y Nacional Y Boca Juniors, y todo eso era de los gallegos que habían regresado de América y sentían, ahora, la nostalgia al revés. Ellos se habían marchado de sus aldeas, exiliados como yo, aunque los hubiera corrido la economía y no la policía, y al cabo de muchos años estaban de vuelta en su tierra de origen, y nunca habían olvidado nada. Y ahora tenían dos memorias y tenían dos patrias.

domingo, 12 de abril de 2015

Cinco sentidos.

Yo te veo y el mundo entero se transforma en un cuadro, en un absuelto inocente, en un mirador al más allá, en un ir y venir por el mismo sentido, sin cruzar los ojos, sin chocar las maravillas de tus ojos, tan perfectos como el tomarte de la mano. Yo te escucho, y la canción es de piedra, el agonista te frena, el mentiroso me susurra al oído un pequeño cuento del ayer, que yo no le creo, pero sé que es sincero, porque oyó en la radio que el castigo es eterno para el que miente con intención. Yo te siento, y camino en redondel, alrededor de una metáfora, sabiendo que mi vida se denomina según el estímulo que haga latir tu corazón ese día, aunque, me desgarra el alma saber la consecuencia directa del beso esquivado, la negativa contundente, el “no sos vos, soy yo, o tal vez sea otro, y no te lo quiera decir. Lo siento”. Yo te saboreo, como al chocolate en rama, como al vino tinto, como al triunfo, la pelota que pega en el palo, el grito de gol, la hoja seca, el mate, el café, la torta de vainilla y durazno, la milanesa a la napolitana con papas fritas, el asado, el fernet, el ayer, el hoy, el mismísimo sentimiento de esclavitud humana e irracional para con tu ausencia. Yo te toco, suavemente, cada centímetro de tu piel, sin querer quizás dejar de tocarte, porque es una adicción, de esas que no necesitan nicotina, el querer atar mi vida a tus ideales, sin importar, si tenga sentido o sentidos, todo esto, visto y considerando, que el hoy poder tenerte, es de esos privilegios por los que la boca puede dibujar sonrisas.

Galeano - Frases (El libro de los abrazos)

“Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.

“Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo…” “Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más que un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:
- Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima – dijo.
¿Y anda bien? – le pregunté.
- Atrasa un poco – reconoció."


 “Desde el punto de vista del capitán que le aplicó la sanción, el reglamento no dejaba lugar a dudas. El reglamento establecía claramente que los presos debían caminar en fila y con ambas manos en la espalda. Noueched había sido castigado por poner una sola mano en la espalda.
Noueched era manco.”
 
“El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar; a muchos condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos.

El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir.

“Cada promesa es una amenaza; cada pérdida, un encuentro. De nuestros miedos nacen los corajes; y de las dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios, otra razón.
     Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día.

“Michael Taussig ha estudiado la cultura del terror que la civilización capitalista aplicaba en la selva amazónica a principios del siglo veinte. La tortura no era un método para arrancar información, sino una ceremonia de confirmación del poder. En un largo y solemne ritual, a los indios rebeldes les cortaban la lengua y después los torturaba para obligarlos a hablar.”

“Y nada tenía de malo, y nada tenía de raro, que se me hubiera roto el corazón de tanto usarlo.” (haciendo referencia a un infarto que sufrió estando en Barcelona).

“- ¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva?-
Y contestaron los que lloraban – Para que sepa que la queremos mucho

“También me consuelo comprobando que en todos estos años se me ha caído mucho pelo pero ninguna idea, lo que es una alegría si se compara con tanto arrepentido que anda por ahí.”

“Mientras ocurría, esa alegría estaba siendo ya recordada por la memoria y soñada por el sueño. Ella no iba a terminarse nunca, y nosotros tampoco, porque somos todos mortales hasta el primer beso y el segundo vaso, y eso lo sabe cualquiera, por poco que sepa.



viernes, 3 de abril de 2015

Aria para la cuerda de sol

     El hombre se quedó perplejo ante tamaña declaración de amor. Se hundió en el sillón, con la medida de whisky a su lado. Dudó, pero estaba seguro de la bebida y del admirable paisaje de su ventana. El cigarrillo lejos, prefería no levantarse. Dos hielos peleando con la atmósfera. La audacia, el desasosiego absurdo y la mitad de su vida encerrado, en caminos “extralarge”, sin una curva que lo haga más simple para el aburrimiento. Bebió y respiró, así funcionaba su alma. Sonaba música del vecino, ese amarillista soviético, ignorante del buen gusto y la mazonería. La noche se caía y nadie la atajaba, se creía reina, entre tantas estrellas. Y en el susurro, el umbral se cerró. La canción sonaba más fuerte, en su conciencia, gritando. El hombre no la quería escuchar, lo conduciría a lo absurdo de nuevo, y para eso, mejor ningún remedio, es mejor lo vivido que lo que está por venir, cualquier cosa es mejor antes que apostar por alguien, según él.
     No se animaba a volver, el animarse a algo lo aterraba. El miedo genera eso, paraliza, es un arma útil en la confrontación. Sin embargo, una parte de él le decía que vuelva, que el amor le iba a salvar la vida, que la angustia desaparecería sin que se diera cuenta. Segunda medida de whisky, la botella pegada al sillón, como dicen los libros. Sonaba su radio, el informativo de las siete, anunciaba nieve. Hacía frío, mucho frío en Buenos Aires. Se cansó de la monotonía. Pensó en salir, pero, no sabía a donde. Y ahí se dio cuenta que lo que menos importa es a donde ir, sino ir. Es como querer y hacer, uno vale más que el otro.
     Le costó levantarse porque antes de ponerse de pie, el whisky había llegado a su cabeza. Fue un proceso eterno ponerse un sweater, la campera, la bufanda. Se puso a buscar un gorro mientras la radio pasaba música clásica. Cerró los ojos para escuchar. “Bach” murmuró, y subió el volumen del viejo aparato. La tele prendida, un periodista debatiendo con el aire mismo. Se maravilló con la pieza. La música clásica le generaba ese placer desconocido para el que no la admira. Que locura querer salir con éste frío. “No puedo dejar solo a Johann”, pensó, siendo una verdad y una excusa al mismo tiempo, la doble función, el doble deseo, la “Doppel Entschuldigung”. Le sobró el momento, fue insuficiente lo que quiso y lo que querrá. Apagó la tele, y dejó que la música entre a su conciencia. Se sintió feliz, aunque conocía que el no hacer, era peor, ya lo había meditado. Sabe que debe aprender a pedir un beso para no dejar de recibir abrazos.


“Air on the G String” o “Aria para la cuerda de sol”. Arreglo musical realizado por el violinista August Wilhelmj, la cual formó parte de la “Suite orquestal nº3 en re mayor, BWV 1068”, compuesta por Johann Sebastian Bach, entre 1725 y 1739 en Leipzig, Alemania.