"Esa misma mañana, el
pájaro silbó bajito. Miré de reojo el sol acosador que me invitaba a desayunar.
Al lado abracé tu hombro, que era el más lindo de todos los hombros. Miré tu
cuerpo, hundido en curvas sin miedo, de las que disfruto recorrer sin pensar en
lo que viene, sin importar el precipicio. Miré tu pelo, que cae como una sábana
de tela delicada y exótica, de las que uno consigue en la India, de esas que al
tocarlas, la mano pide disculpas por ensuciar tal obra de arte. Recorro tu
espalda, me detengo en tu cola, sigo por tus piernas, y miro tus pies, buscando
lo imperfecto entre tanta perfección. Tu perfume, impregnado en mi vida desde
ese lunes a la tarde que te conocí, me envuelve en manos invisibles que le
pegan una cachetada al sol, prolongando la sobrecama de ésta mañana.
"Al despertarme, dudé un poco si
me había quedado dormida, pero el aroma a feriado me tranquilizó. Miré de reojo
y te sentí en mi espalda, y me sentí protegida por el amor más fidedigno de
todos. Ni quería salir de la cama, la luz tenue del desayuno sin tostadas me
achinaba la visión. Pero me di vuelta y te vi dormir boca arriba, con tu mano
debajo de mi cola, y tu otra mano sobre tu pecho, silbando suavemente sin
roncar, inflando y desinflando ese lugar donde tantas veces me apoyé en busca
de sentimientos encontrados, que los tenemos, desde hace mucho, cuando me
sentaba en ese banquito esperando que pasaras y me dijeras lo que sea. Miré tu
nariz, de perfil sin detalles, amada por muchas pero mía, toda mía, como tus
labios, que brotan de tu boca casi sin aviso, pero están a la espera del beso
del buen día atónito, súbito, incapaz de soñar.”
Éste texto cuenta la historia de dos personas
perdidamente enamoradas, pero incapaces de estar juntos por cuestiones
geopolíticas. Uno, el hombre, el primero, describe el amor por su mujer en
cartas que ella contesta, casi al instante, de modo que al leer una, el otro ya
escribió la otra, por lo cual, las cartas son respuestas tardías, pero
elocuentes, siguen un progreso que no hace más que enamorarlos más. Las cartas
suelen escribirse en cursiva, utilizando la imprenta solo para las fechas. No
se subrayan nada, ya que no quieren hacer hincapié en nada. En cada letra
recuerdan aún más a la otra persona. Lo triste de la novela, es que nunca se
enteraran cuando murieron.