Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

domingo, 29 de junio de 2014

Consejo de Esculapio

¿Quieres ser médico, hijo mío? Aspiración es ésta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia. ¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida?

Tienes que renunciar a la vida privada. La mayoría de los ciudadanos pueden, terminada la tarea, aislarse lejos de los importunos; tu puerta quedará siempre abierta a todos: de día y de noche. Vendrán a turbar tu descanso, tus placeres, tu meditación; ya no tendrás horas que dedicar a la familia, a la amistad o al estudio. Los pobres, acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en caso de urgencia; pero los ricos, te tratarán como a esclavo encargado de remediar sus excesos sea porque tengan una indigestión, sea porque estén acatarrados, pues estiman en muchísimo su persona. Habrás de demostrar interés por los detalles más vulgares de su existencia, decir si ha de comer cordero o carnero, si ha de andar de tal o cual modo cuando pasea. No podrás ir al teatro, ausentarte de la ciudad, ni estar enfermo.

Eres severo en la elección de tus amigos; buscas la sociedad de hombres de talento, de artistas, de almas delicadas, pues bien, en adelante no podrás desechar a los fastidiosos, a los escasos de inteligencia, a los despreciables. El malhechor tendrá tanto derecho a tu asistencia como el hombre honrado.

Tienes fe en tu trabajo; ten presente que te juzgarán no por tu ciencia, sino por las cualidades del vestido, por el porte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las charlas y a los gustos de tu clientela. Los habrá que desconfiarán de ti si no gastas barba; otros si no vienes de Asia; otros si crees en los dioses; otros si no crees en ellos. Tu vecino, el carnicero, no te concederá su clientela si no eres parroquiano suyo, y lo mismo ocurrirá con el tendero y con el zapatero. Habrás de luchar de continuo contra las supersticiones de los ignorantes, pues no hay portero que no sea capaz de dar consejos a un enfermo.

Te gusta la sencillez; habrás de adoptar la actitud de un augur. Eres activo, sabes lo que vale el tiempo; tendrás que aguantar relatos que arranquen del principio de los tiempos, para explicarte un cólico; ociosos te consultarán por el solo placer de charlar, serás el vertedero de disgustos, de vanidades.

Sientes pasión por la verdad; ya no podrás decirla. Habrás de ocultar a algunos la gravedad de su mal; a otros su insignificancia. Habrás de ocultar secretos que posees, consentir en ser burlado, ignorante, cómplice. La medicina es una ciencia oscura, que los esfuerzos de sus fieles van iluminando de siglo en siglo. No te será permitido dudar nunca, so pena de perder todo crédito; si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un remedio infalible para curarle, el vulgo irá a ver charlatanes, que venden la mentira que necesita.

No cuentes con agradecimientos; cuando el enfermo sana la curación es debida a su robustez; si muere, tú eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro, te trata como a un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos; no bien está en convalescencia, ya le estorbas; cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te denigra. Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen del médico; cuanto más codiciosos, más desinteresado ha de ser él. Aquellos mismos que se burlan de los dioses, le confieren sacerdocio para interesarlo al culto de su sacra persona.

No cuentes con que este oficio tan penoso te hará rico. Te lo he dicho: es un sacerdocio, y no sería decente que produjera ganancias como las que saca un aceitunero, o el que vende lana. Te compadezco si sientes afán por la belleza; verás lo más feo y más repugnante que hay en la especie humana. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar las orinas, escudriñar los esputos, fijar tu mirada y olfato en inmundicias.

Cuántas veces un día hermoso, soleado y perfumado, al salir de un banquete o de una pieza de Sófocles, te llamarán para un hombre que, molestado por los dolores de vientre, te presentará un bacín nauseabundo, diciéndote satisfecho: «¡Gracias a que he tenido la precaución de no tirarlo!». Recuerda entonces que habrá de parecer interesarte mucho aquella deyección.

Hasta la belleza misma de las mujeres, consuelo del hombre, se desvanecerá para ti. Las verás por la mañana desgreñadas, desencajadas, desprovistas de sus bellos colores y olvidando sobre los muebles parte de sus atractivos. Cesarán de ser diosas para convertirse en pobres seres afligidos de miserias sin gracia. Sentirás por ellas más compasión que deseos. ¡Cuántas veces te asustarás al ver un cocodrilo adormecido en el fondo de la fuente de los placeres!

Tu vida transcurrirá como a la sombra de la muerte, entre el dolor de los cuerpos y de las almas, entre los duelos y la hipocresía que calcula a la cabecera de los agonizantes; la raza humana es un Prometeo desgarrado por los buitres.

Te verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios, solo en medio del egoísmo humano. Ni siquiera encontrarás apoyo entre los médicos, que se hacen sorda guerra por interés o por orgullo.

Únicamente la conciencia de aliviar males podrá sostenerte en tus fatigas. Piensa mientras estás a tiempo; pero si, indiferente a la fortuna, a los placeres de la juventud; si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas bien pagado con la dicha de una madre, con una cara que sonríe porque ya no padece, o con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte; si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino... ¡hazte médico, hijo mío!

domingo, 15 de junio de 2014

Papà

                Cuenta la leyenda, que los padres son los consejeros del mundo. Esa misma leyenda, nos habla de creencias, de experiencias, de misterios, y de muchos abrazos al aire. En sí, eso son los padres, voces de experiencias, que siempre traen cierto misterio, el cual uno realmente cree, y termina abrazando ese concepto, que hoy en día nos forma como seres humanos. El padre, papá, viejo, papucho, es un concepto bien humano, no está vista la desconsideración de los padres en si, hablando en los dos géneros. El padre y la madre son el piso del pilar que yo llamo “familia” y que es imprescindible en todo ser vivo. Papá está en todos lados, y al mismo tiempo, parece que no está en ninguno. Y sin embargo, inconscientemente, lo está. Pero uno no se percata, la construcción subjetiva del personaje es consecuencia directa de las palabras sabias que uno de bebé escuchaba, y que de más grande entendía. El viejo es así, es duro como el metal, es necesario como el aire, y es irreemplazable. Y a uno le genera felicidad verlo, aprender de él, estar a su lado. Es un Edipo eterno que uno construye con estos especies de animales que nunca vemos de donde vienen pero si sabemos a dónde van, porque vamos con ellos. Y al seguir hojeando la leyenda, me entero de muchas cosas, que solo genera una sensación de validez por pensamientos retrógrados, y aplaudo, en mi interior, la dicha que tenemos de poder decir papá a alguna persona que en nuestro ambiente usamos como referencia cuando la vida te deja el pie. Y la leyenda me cuenta, que si un día el camino se desvía, no debemos tomar un mapa, ya que la imaginación de querer aventurarnos, nos hará ignorar el camino correcto, el cual será marcado con el dedo por un padre, que con su seguridad manifiesta, callará las dudas que surgen, si es que lo hacen. Más allá de todo texto, que pueda convencer al lector de la veracidad de mis palabras, creo que hablo por más de uno en decir esto, y en considerar a mi papá el mejor del mundo. Y eso es una utopía, no se puede ser el mejor, sin competir con otros contrincantes. ¿Y cómo se hace eso? Quizás se divida por cantidad de hijos, o edad, o trabajo, o ubicación, o club de fútbol. Y sin embargo, considero que el mío es el mejor, y vos consideras que el tuyo es el mejor, a pesar de que se enoja a la mañana, o que te grita si haces  algo mal. ¿Y eso lo hace peor? Nada lo puede hacer peor, todo lo que lo hace peor, es porque vos lo consideras negativo. Pero no existen leyes que digan que así se es padre. Y si las hay, quémenlas, que las escondan, nadie las lea; no debe haber nada más lindo que ejercer el único trabajo sin paga de la forma que vos consideras correcta, lo cual se va a condecir con tus principios, fundados en la memoria de los que ayer te iluminaron el camino. Y así aplaudo en forma diminuta, el poder brindar con un padre y con varios y con miles. Y me imagino que siempre seré feliz por poder entender el concepto de querer sin odiar, de tener sin necesitar, de aprender y valorar. Feliz día, a ti, a vos, a él, y al que quiera sentirse feliz. 

domingo, 1 de junio de 2014

Anexo F32 subgrupo A

Sobre lo que alguna vez fue estrella del teatro de palabras de mi anterior recuerdo ingenuo, se construyó un camino decorado con las frases que alguna vez me ayudaron a elegir el destino. Y a pesar de que el destino es elegido por un montón de astrónomos que al momento de nacer, sortean lo que pasará con nuestra sonrisa, no dejo de creer en la variable "yo". Y en la fórmula que define este torneo sin penales, mi persona es una variable imprescindible en todo sentido, tanto como para bajar la cabeza y seguir el camino, o para enfrentar lo que pasa y tener el mismo miedo que ayer me frenó y me bloqueó, y que hoy es motivo de aplausos sordos y despilfarro de felicidad.