Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

domingo, 29 de diciembre de 2013

Sueño de una noche de verano.

     Y fue ahí cuando, me disfracé de pasión y te quité la sonrisa. Y el embrujado cementerio me devolvió los fantasmas del pasado. Y brindé, entre galletas de arroz, por una vida sin tropiezos. Y busqué, entre la muchedumbre, tus ojos que me miraran y me prendieran fuego el alma. Y me esfumé, como el cigarrillo del loco, que de a poco se consume sin que nadie se dé cuenta. Conté ovejas hasta llenar mil campos, para que el tiempo no pase y pudiera estar más tiempo abrazado a tu piel. Y si pudiera, te compraría un baúl, en el que guardes los besos que te doy a escondidas, mientras imaginas el mañana.

     Y fue ahí donde, sobre la mesa de un guía de turismo, te enseñé a recorrer el mundo tomada de mi mano. Te saqué a pasear, justamente ahí, para que nunca me digas que caminabas sola. Y fue ahí donde te compré, el recuerdo perfecto, una declaración de amor. Fue ahí donde escuchamos por primera vez las palabras de Shakespeare: "Conservar algo que me ayude a recordarte, sería admitir que te puedo olvidar". Y pensar que yo sigo conservando esa bufanda gastada, la cual, si hundo la nariz hasta que el algodón entre en mi garganta, se huele el perfume que impregnas a tu paso. Y sé que si la conservo por mil años, no podría nunca olvidarte. Aún conservo tu teléfono en un papel, consciente de que no tiene sentido, ya que me lo sé de memoria.

     Y fue allá como me terminé dando cuenta que el tiempo es un amigo. Fue por acá el lugar en el que aprendí como conservar lo que nunca fue tuyo. Aprendí a querer sin tener deudas, a besar sin esperar algo a cambio, a invitar sin temerle al no. Fue ahí donde me percaté que un amor es un puente unido por dos puntas. Fue ahí el momento exacto en el que comprendí porque un esfuerzo no es suficiente para una sonrisa. Fue ahí cuando comprendí que no somos tan culpables de nuestras tristezas. Fue ahí donde me premié a mi mismo por abandonar pensamientos oscuros.

     Y fue tan solo una ráfaga de abrazos el día que te volví a ver, loco por atarme a tu cadera. Y en el bar pedimos cerveza para matar las horas. Y en el desayuno, el café me daba dolor de panza. Y vos que me hacías masajes, casi suspirando, para que el sueño y la paz le venciera a la gastritis. Y yo soñando toda mi vida con un momento, que no existía, ya que, como siempre, abrí los ojos de este sueño eterno. Y las ovejas realmente eran ovejas. Y el silencio era el de mi soledad. Y ahí maldije, el tren pasado, el camino errado, las palabras calladas. Maldije la falta de acción y el hecho de no animarme a tomarte de la mano y decirte el tamaño que tenían mis ganas de estar con vos. No me arrepiento de tanto, pero si de mucho. Aunque comprendo, que vivir del pasado es atarse a un puerto del cual nunca vas a salir. Hay momentos en el que las cartas no son las que esperas, y no por eso te vas a ir al mazo. Ya sos parte del cuadro que decora la pared de mi salón del pasado. Falta encontrar la llave para no poder volver a entrar.

     Siempre soñando, que falta de acción. Era de madrugada cuando la ventana dejaba pasar el viento. Calor de enero, y unas estrellas que llenaban de migas el cielo azul. El mar que rompía con la tranquilidad, aunque debo admitir que es una decoración ideal. Mi habitación, madera en si, era una compañía para el misterioso. Me asomé a la ventana y miré la luna, casi tan perfecta como el color de tu pelo. Tanto amor, tanta cursilería, me dio asco. Decidí acostarme, pero sabía que no iba a echar ni medio ojo. Entonces, me incorporé y tomé un libro, para matar esta noche de verano.


martes, 24 de diciembre de 2013

Cantata de Puentes Amarillos.



1973
Disco: Artaud (track 6)
Producción del disco: Spinetta/Álvarez
Diseño de tapa: Juan Orestes Gatti



       Gran tema de Luis Alberto Spinetta, para muchos, lo mejor de su pequeña cabeza. Más que nada, porque el tema aparece en lo que consideran su mejor disco, y para muchos, el mejor disco del rock nacional. Cada uno tiene su historia, discutida como siempre.

El disco, Artaud, del año 1973, pertenece a Pescado Rabioso, una de las tantas maravillas grupales que creó Spinetta. En él también participó su hermano, Carlos Gustavo Spinetta, además de otros ex Almendra como Rodolfo García y Del Guercio.

Si empezamos por el nombre del disco, tenemos que hablar de un poeta/dramaturgo/ensayista/etc francés, Antonin Artaud, a quien se lo conoce como "el padre del teatro moderno", consecuencia de sus ideas dramáticas, su visión sangrienta y cruel, también refiriendo a su Teatro de la Crueldad, movimiento teatral inspirado en uno de sus libros (El teatro y su doble, 1938), el cual busca sorprender e impresionar a los espectadores mediante situaciones impactantes e inesperadas, buscando "marcar" al espectador. El disco del que hablamos es un reflejo de lo que a Spinetta le generó la obra de este novelista francés, quien sin conocer el hecho, terminaría dándole cuerda a la mejor obra del rock nacional. Hay hechos que reflejan esto, como la forma del disco (marcar al espectador), los colores (verde y amarillo, propios del surrealismo). También se habla de una gran presencia de Van Goh, por sus cartas a su hermano Theo, además del color amarillo y sus cipreses.


Artaud, es el 6to disco en el que Spinetta participa, y da la casualidad que el disco casi que lo graba él solo, debido a que los otros integrantes del trío (Black Amaya en la batería, Frascino primero, luego Lebón en el Bajo, y un cuarto integrante que se incorporó más tarde, Cutaia) se habían alejado diciendo que no lograban entender a lo que apuntaba Spinetta, casi como expresando una previa de lo que sería Invisible. Acá cito a Amaya hablando de esto "Él empezó a perfilarse para otro lugar, una mano más arreglada tipo lo que después fue Invisible. A lo último escribía un tema y yo no lo entendía; estaba leyendo mucho a Artaud, Rimbaud. Primero se fue Cutaia, después David y después yo. El Flaco se quedó solo, sentado en una butaca de la sala Planeta, se sintió abandonado porque quería seguir tocando con Pescado, y me dijo que no iba a tocar nunca más conmigo. Como se quedó solo y quedaba pendiente grabar un disco más con Microfón, grabó Artaud con los temas que tenía para Pescado Rabioso; cuando escuché Artaud me quería matar." Da la casualidad, quierase o no, que también en este contexto Spinetta conoce a Patricia Salazar, mujer que además de enamorarlo, le terminaría siendo eje de algunos temas, como "Por", tema que también se incluye en esta obra de arte musical.

       Para cerrar, la canción es una consecuencia directa de la lectura, por parte de Spinetta, de dos libros de Artaud: "Heliogábalo o el anarquista coronado (1934)" y "Van Gogh, el suicidado por la sociedad (1947)". Esto se ve cuando nos habla de "toda la sangre alrededor", haciendo referencia a la sangre derramada por Van Gogh cuando sufre la herida en su oreja, aunque también esto puede relacionarse con la situación política del país (próximo a caer en un nuevo gobierno de facto), lo cual también se ve reflejado en un grito de libertad, bajo la frase "las almas repudian todo encierro". Otros dicen que la canción es una especie de oposición a la negatividad expresada por Artaud; Spinetta habla de esto cuando dice "Aunque me fuercen yo nunca voy a decir, que todo el tiempo por pasado fué mejor. Mañana es mejor". El tema muta muchas veces, es una especie de Stairway To Heaven nacional, un Bohemian Rhapsody nuestro que va variando, quizás sin el tono de rock pesado de Zeppelin, ni, obviamente, la maravillosa voz de Mercury, pero al fin y al cabo, lo mejor que pudimos escuchar. 

El puente de Langlois en Arles, Vincent Van Gogh.



domingo, 22 de diciembre de 2013

Bonheur

     Uno a veces expresa de más o de menos lo que siente o deja de sentir. Es como que se queda corto con todo lo que debería mostrar al mundo. Y a veces lo hacemos para evitar críticas, o, al revés, porque nos encantan. Y otras lo hacemos para desestimar lo que logramos, o elevarlo al cielo y que el mundo lo aplauda. Por suerte, la mayor parte de las personas deja de expresar porque no se percata de que ese momento de felicidad (porque si hablamos de expresar, no hay nada más lindo que expresar que uno está feliz) es tan solo un instante. Entonces, como te pasa algo bueno, lo dejas pasar, y deberíamos en realidad, agarrarlo y mostrarlo a los 4 puntos cardinales, porque no sabes cuando te va a volver a pasar algo lindo. Y cuando nos pasa algo malo, solemos quizás darle demasiado papel de nuestro guión. Y nos emborrachamos de quejas diciendo que "todo lo malo nos pasa a nosotros". Y es ahí cuando olvidas lo lindo.
     Creo que mi vida siempre fue y es una maravilla. Tengo una familia perfecta que apoya casi todas mis ideas, unos amigos de esos que si se pudiera, los guardaría en el cajón para que no se vayan. Estudio lo que quiero, hago lo que quiero, siempre respetando la moralidad que nos gobierna sin sentarse en un sillón a decidir bajo intereses. Y cuando me pasa algo bueno, ya sea, un beso, un abrazo, una buena noticia, una buena nota, uno lo minimiza. Solo en dos ocasiones no lo minimiza, los que alguna vez fueron felices sabrán reconocer las dos ocasiones. Y cuando digo ser feliz, lo digo con el interior propio. Esa felicidad que hace que la sonrisa no te entre en la cara. Esa felicidad que abrazas sin deudas, besas sin duda, no te reconoces. Es la felicidad más linda, porque es la verdadera, es la espontánea. Es cuando te despertás al día siguiente, habiendo dormido poco, con calor, pero te levantás feliz. Te levantas pensando en lo lindo que es el día, y quizás no pudiste asomar la nariz a la ventana. Eso es estar feliz y querer demostrarlo. Es lo que te sale cuando te sale algo bueno, pero que realmente te dio felicidad. Podría citar miles de ejemplos, lo cual hace que mi vida sea más linda; tener miles de ejemplos para demostrar que uno es feliz. Y lo mejor de la felicidad es que depende de nosotros mismos. Toda regla tiene su excepción claramente, pero en la mayoría de las veces, ser feliz es cuestión de uno. Y al mismo tiempo, es curioso que tiene un detalle que no todos los sentimientos lo tienen. Uno puede estar triste y ocultarlo, puede estar molesto con alguien y evitarlo, puede hasta sentirse humillado y poner una pantalla en su frente. Pero no se puede nunca tapar cuando uno esta feliz. Sonreí que es gratis.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Te imagino

     Te imagino a años luz de mi vida, chapoteando sobre hojas del otoño en el que te conocí. Te imagino, disfrutando de un camino, que te está llevando sin que te des cuenta al desconocimiento de la tristeza. Te imagino y me sonrío a mi mismo, y mi reflejo es un cuadro que se apila en la pared. Te imagino sobre la calle, ignorando el peligro que genera el estar expuesta a la vida. Te imagino, sola, sobre la cubierta de un barco, con marineros enamorados de que tu presencia traiga paz. Te imagino y es así como recuerdo al amor de mi vida. Te imagino sin miedo, ni ganas, sin ayer. Te imagino como lo más hermoso con lo que uno puede cruzarse si encara desde el punto de partida y atraviesa el terreno de la elegancia. Te imagino de vestido largo, hasta las rodillad, un poco menos. Te imagino con escote, y asustada de que la mirada se les escape. Te imagino sonriente, eso siempre, la sonrisa como carta de presentación. Imagino tus ojos, transparentes y perfectos, que cuando sonreís parece que se recostaran sobre los pómulos que se te hinchan en el momento exacto en el que mostrás la felicidad. Imagino tu pelo, suelto, casi tan maravilloso como tocarlo. Y lo más lindo es imaginar que si me preguntan con quien vine, te señalo tan seguro como de mi nombre. Te imaginé desde el momento en el que respiré la primera gota de oxígeno. Te imaginé desde que vi a dos personas amarse. Creo que es así, que todos imaginamos al amor de tu vida cuando ves a otros dos fundirse en mil besos. Y ahí te imaginás de viejo, abrazado a la que alguna vez, te sostuvo cuando te caías. Y yo que te sigo imaginando y me pongo colorado, casi como un tomate, pero sin ese gusto. Y te vuelvo a imaginar, y vos ahí parada sobre el cordón, apoyada sobre el auto, imaginando la vida misma. Y entonces me decís que me querés. Que soy la persona con la que querés compartir este momento. Y es ahí cuando yo siento eso que la gente describe siempre. Eso que es como una sensación de que los segundos deberían ser eternos. Y grabás esa parte, es una foto instantánea. La vida se encarga de encuadrar los momentos que te sacan una sonrisa. Y es así en verdad. La mujer de tu vida es la que sabe sacarte sonrisas sin entender como hacerte feliz. Porque sonreír no es propio de uno. Sino es imposible entender que con solo mirarte, yo sonrío. Que líos que doy para explicar tanto cariño. Voy a terminar esta carta sin remitente, y dejar en blanco el destinatario. La voy a guardar en la manga, pero si te veo, no la voy a usar. Sería absurdo enamorarte con un papel.



domingo, 24 de noviembre de 2013

Subjetividad tomo I

                El paisaje sobre mis espaldas se relame con mi huida. Es un festejo apagado, simple. El lector se dedica a sacar conclusiones sin tener una lapicera para plasmar las ideas. Y mi boca que tiembla al decir tu nombre. El violento remate que pega en el palo, y sale para afuera sin tocar el piso más de seis veces. El relator que cree que lo que vio es lo más cercano a un beso. Y yo que me quedo ciego de palabras y sordo de pensamientos. Y mi vida, una pantalla gigante de las que no se compran. Y mis ganas de aprender a bailar tango, que las guardé junto a las de ser feliz. Y mira que tango te lo bailo hasta lesionado.
                Una vez hace muy poco, una mujer me tomó del brazo y me pidió que la lleve al altar. Encantado, planché mi peor traje y me dirigí hacia la iglesia. Al llegar, había más sonrisas que en un show de dentífricos. Volaban ganas de amarse en el aire. Y el perfume, me hacía acordar a alguien. Dejé el auto lejos para que nadie me viese irme, y caminé sin prisa por la calle, recordando la soledad de mi pueblo. A lo lejos vi al novio, y pensé, “que estúpido”. ¿Él? No, yo. Como iba a ser el estúpido él, si el que caminaba con su sombra era yo. Como iba a ser el estúpido él, si el que se levantaba y se acostaba con espacio de sobra era el que escribe esto. De pronto, creo que me enojé. Algo me molestó. Me mordí el labio y enfilé para saludarlo. Luego encendí un cigarrillo, acompañé a la novia, y me hundí en mi sillón.
                Era la tercer cerveza de la semana, todas en una misma semana. Vomitaba ganas de tomar el teléfono y reincidir en la insistencia. Pero por suerte, no tenía batería. O quizás si… Mejor no.  La vida siempre da revancha, es todo un boomerang. El tema es que ese boomerang no siempre vuelve. Y lo peor es cuando vuelve pero no lo ves. Y yo no lo vi, por eso ahora estoy charlando con la televisión, insultando canales de chimentos y prendiendo otro cigarrillo. No lo vi, o no lo quise ver, o me taparon los ojos. No se puede hacer leña del árbol caído.

                Y como mis historias, esto no conduce a nada. Queda en vos encontrar un sentido. Eso es lo lindo de leer algo sin un título, no condiciona lo que vayas a pensar. Solo quiero concluir diciendo algo que en algún momento vas a leer. Un guiño del pasado es lo que te salva. Es lo que, cuando te vas a caer de la bici, te empuja o te agarra. ¿Se entendió? Mira que la vida no es una bici eh.





The Beatles - She's Leaving Home


     En marzo de 1967, Los Beatles grabaron este tema basándose en una historia triste, la cual relataba el hecho de una chica que se escapaba de sus padres consecuencia de la presión de ellos sobre ella. Letra cruda, real, relatando los hechos. Unos acordes perfectos y brillantes que te hunden más en el tema. Un Arpa, tocada por la primer mujer que tocó en la banda (Sheila Bromberg), un bajo que sonaba con fuerza y a la par de la voz, coros griegos introducidos por Lennon, y la voz de McCartney, quién además escribió la letra.
     Fue conocida en junio de 1967, en el disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Algunas fuentes, con el pasar de los años y al hacerse conocida la canción, dijeron que estaba hecha en base a la historia de Melanie Coe, una adolescente que a los 17 años se escapó de la casa, y al hacerse conocida la historia, fue motivo de inspiración para Paul.  


viernes, 22 de noviembre de 2013

Vivir del que te digan

Siempre me dijeron que mentir era de cobardes, pero más de cobarde era ocultar la verdad.
Siempre me dijeron que la suma de dos números impares, daba un número par.
Siempre me dijeron que la sonrisa es la mejor expresión de felicidad del alma.
Siempre me dijeron que cuando era chico yo de grande quería no crecer.
Siempre me dijeron que un camino conduce a donde la mente nos quiere llevar.
Siempre me dijeron que si, y muy pocas veces que no.
Siempre me dijeron que un desayuno con tus padres debería ser motivo para crear un recuerdo.
Siempre me dijeron que la vida pasa casi tan rápido como lo hace un ferrocarril.
Siempre me dijeron que decir se escribe como suena, con ganas de hacerlo.
Siempre me dijeron que viajar era un placer para muchos pero un gusto para pocos.
Siempre me dijeron que sentir amor curaba las heridas, pero nunca me dijeron que su ausencia las generaba.
Siempre me dijeron que brillar de noche te hace ser visto por los que no te quieren ver.
Siempre me dijeron que los animales son artimañas de un mundo metafísico incoloro.
Siempre me dijeron que lo que acabo de decir nunca se logró entender.
Siempre me dijeron que en los silencios estaba un verdadero segundo de sinceridad.
Siempre me dijeron que alcanzar tus sueños es casi tan lindo como cuando comenzás a imaginarlos.
Siempre me dijeron que una pantalla pasaría mi vida frente a mis ojos.
Siempre me dijeron que la respuesta a mis dudas estaba en mi propia razón.
Siempre me dijeron que debía conquistar a la mujer que me sacara sonrisas en mis peores momentos.
Siempre me dijeron que el enamorarse es para tontos que no pueden convivir con la soledad.
Siempre me dijeron que un avión es un destino sobre nuestras cabezas.
Siempre me dijeron que las sonrisas conquistan a los maestros del arte de enamorar.
Siempre me dijeron que un soplido es una forma de patear los problemas.
Siempre me dijeron que los problemas son una excusa para que el que no quiere ser feliz tenga compañía.
Siempre me dijeron que anotara las palabras de más que le sobraban a los motivos de mis momentos.
Siempre me dijeron que diga lo que soñaba con algún día poder decir.




domingo, 17 de noviembre de 2013

Reencuentro

Qué curioso pero inigualable fue ese encuentro entre dos perfectos amores escondidos. Un roce de labios suave frente a tan grande emoción. La sonrisa que se montaba en el espejo de la realidad, fiel reflejos de las ganas de amarse. Sin dudar más que un segundo, se fundieron en un abrazo. Esos abrazos que te hacen cerrar los ojos, para evitar la imagen y sentir más. Y los dos fumaron un montón de ideas, de caminos, de planes. Y ahora se fuman esas ganas de vivir. Y la gente los mira como si fueran locos, y uno piensa, la locura del amor. La inconsciencia del abrazo. El quererte a mi lado para toda mi vida, y ser tu único pensamiento cada mañana. Cada tarde. Cada noche. Ese sentimiento que no logro encontrar, ni siquiera, tenerlo olvidado. Que taza de café que se tomaron, recalentado tres veces para prolongar la sonrisa, la charla, la frase, el momento. Sonreí que te están filmando parece que leía. No podía quitar los ojos de esa perfección caminante. Ese detalle de la naturaleza. Ese perfume que se ve y el amor que se siente. Se extraña, pero ya no. 



sábado, 16 de noviembre de 2013

"La persistencia de la memoria". Salvador Dalí.




      "Desde su exposición en la Galería Pierre Colle de París, en junio de 1931, esta pintura se ha convertido en una de las imágenes más reproducidas, e identifica a su autor entre el gran público, incluso entre aquél que apenas tiene ningún conocimiento previo sobre los objetivos o la naturaleza del arte contemporáneo. La teoría de Dalí sobre lo blando y lo duro encuentra en las estructuras de los relojes su máxima expresión, sobre todo como manifiesto del tiempo que se come y que come. Alude al aspecto que obsesiona al hombre del siglo XX: espacio-tiempo. Después del conocimiento y las consecuencias de la relatividad, de las teorías de Einstein que perturbaron al mundo e influyeron en todo, la obsesión por el paso del tiempo y la obsesión por el espacio fueron los argumentos más utilizados por Dalí en su arte.Es, por otro lado, la culminación de la imagen del gran masturbador, que había tenido un gran impacto en el espectador. El reloj no sirve, no es materia, no funciona, de manera que aparece la estructura blanda simbolizando la idea pasional, vivencial y no racional, sobre la cabeza del gran masturbador como una masa viscosa, con un ojo, una pestaña y una gran nariz. Es el triunfo de los sueños que no están controlados por nada, es el canto al triunfo del deseo sobre la realidad. En definitiva, la capacidad de Salvador Dalí para mostrar, mediante imágenes inéditas, los mitos eternos del ser humano. Otros estudiosos insisten en la victoria del deseo sobre la presencia obsesiva del tiempo. Parece que estaba vinculado a una reflexión sobre la teoría de la relatividad, en la cual la postura de Dalí, que abogaba por acabar con el existencialismo y con la angustia del hombre ante su propio destino, lideraba a un gran sector del público."

http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/9548.htm


     "La persistencia de la memoria es la pintura más conocida de Salvador Dalí, y hay muchas referencias a esta obra en la cultura popular. Aunque se conjeturó que los relojes blandos de fusión fueron el resultado de la interpretación de teoría de la relatividad de Dalí. Dalí afirma que su inspiración fue el queso camembert de fusión bajo el sol. La secuencia de los relojes derretidos en un paisaje desarticulado es la representación de un sueño que Dalí había experimentado, la cifra en el medio de la pintura es la cara del propio soñador. La interpretación general es que la pintura, que representa a muchos relojes de fusión, es un rechazo del tiempo como una influencia sólida y determinista."

http://www.wikipaintings.org/es/salvador-dali/the-persistence-of-memory-1931

La maravillosa mente te permite deducir mil y unas opciones frente a un mismo punto de partida. Te permite, sacar tus propias y únicas conclusiones, que van a ser diferentes a las mías. Parecidas. Pero diferentes. 

Blowing in the wind



How many times must a man look up 
Before he can see the sky? 
Yes, 'n' how many ears must one man have 
Before he can hear people cry? 
Yes, 'n' how many deaths will it take till he knows 
That too many people have died? 
The answer, my friend, is blowin' in the wind, 
The answer is blowin' in the wind. 



jueves, 7 de noviembre de 2013

"Mots sur un champ vert"

    Encendí el motor del auto y me dispuse a manejar hacia el olvido. Cada curva era menos peligrosa que mi pasado sin armonía. Aceleré frente a una recta que me conducía al destino, y frené de golpe al recordar que me había olvidado lo que me hacía feliz. Decidí estacionarme sobre la banquina, evitando accidentes que ridiculicen mi necesidad de llegar a un punto. Al bajar del auto, admiré un champ vert que terminaba sobre una lomada perfecta. El sol, siempre acompañante, decoraba mi visión. Ahí nomás sin previo aviso de mi conciencia, supuse que era el lugar ideal para escribir un poco. Pero dudé sobre el tópico en cuestión, entonces, me dediqué a meditar. 

     Y razoné que a veces no sirve razonar tanto. Mientras menos se piensa, más se disfruta, porque el análisis siempre nos da más dudas que certezas. Y mi sonrisa se desinfla al alejarme de los afectos. Pero la tranquilidad de poder respirar un aire que es solo para mí, me genera una paz imposible de encontrar en la mesa de los amigos. Es en esa mesa en donde se discute, se ríe, y se llora. La soledad momentánea a veces es un remedio para ninguna enfermedad, porque no cura nada que ninguno haya sufrido. El poder reir en silencio también es una virtud, ya que dispone de alegría en la adversidad del que te rodea. 

     Yo quisiera brindar entonces, por las amistades que siempre tuve, tengo, y tendré. Por los amores que nunca conocí pero conoceré. Por tener un grupo de personas que desde el instante en el que dejé de depender de otro ser para respirar, siempre me atraparon cuando me caía. Quiero brindar por la vida que a uno le toca, y la que a vos te toca. Abusar de lo absurdo a veces es una solución a las certezas erróneas. No te diste cuenta, ¿No? Yo tampoco. Es ridículo querer tantas cosas, y no poder tener ni una. Voy a poner un poco de música para volver a mi mundo. Bonne Nuit 


martes, 29 de octubre de 2013

libertá

     Al cerrar los ojos, nos metemos en un mundo desconocido para el que te rodea. Los pensamientos van y vienen mezclándose entre la realidad y la ficción de nuestra propia mente. El cerebro se apura a inhibir estímulos externos, para intentar alejarnos lo más posible de las bestias que te rodean. Entre tanta paz, reflexionas de más. Pensás demasiado, y eso, como siempre dicen, no es bueno. Es como todo, cuando existen extremos, son nocivos para la salud propia. Hay que saber limitarse.
     Cuando cierro los ojos, saco conclusiones baratas sobre cosas que me intentan borrar la sonrisa. Me enamoro cada muy poco tiempo, debería dejar pasar más. Y entre todas estas cosas, pienso en campos verdes enormes, con caminos, una casa, un viejo molino, un perro, un pastizal. Tantas cosas. Y al mismo tiempo, imagino esto, cada vez con más detalle, entendiendo que me encuentro en un estado de total libertad. De total, armonía. Y ahí me percato, que si quiero lanzar una pelota al cielo para que no vuelva, solamente tengo que hacerlo. No sirve pensarlo ni desearlo. Siempre hacerlo. Porque, si soy libre, ¿Quién puede decirme que hacer? O, que pensar, que opinar, que mirar, que escuchar. Si quiero me siento en la tumba de mi pasado y me fumo un cigarrillo con un presente perfecto. Aunque, si hago eso, estaría matando mi futuro. No estoy muy seguro de eso. Solo es uno el que hace y no todos. En cambio, todos son los que deshacen. Es fácil pensarlo, pero hacerlo no tanto, porque además de uno, existe el universo, el cual, nos suele poner algunas trabas para avanzar. Lo que el hombre hace, el universo lo deshace.
     En si, la libertad, como dice la canción, es un estado en la mente. Quien iba a creer que iba a terminar citando al ídolo de mi hermana. Uno medita sobre lo que quiere sin esperar que el otro acepte o no sus condiciones de juego. Cada accionar es propio de un alma que sabe lo que está buscando para saciar sus necesidades de felicidad. Y eso, no lo va a poder entender nadie más que tu propio sentimiento. Si luego de abrir un libro se te esboza una sonrisa, es porque tu deseo era eso. En cambio, si al tomar de la mano a una persona, no sientes el típico dolor abdominal, deberías soltarle la mano. Son ejemplos simples de entender que al ser jefe de su propio mundo, uno diseña a gusto y piacere los caminos que conduzcan al esbozo perfecto de felicidad. Está en vos, ser feliz, y no depender del resto. Estas cosas no se esperan, se buscan y se encuentran. Lo más importante igual, es tenerlas, y no perderlas. Sin libertad no existen ideas, y sin ideas, no existe una persona. Cada paso es único.

domingo, 27 de octubre de 2013

Hola, cómo estás?

     En vez de caminar, me senté. Y me paré sobre la lona de mi enemigo, que no respiraba. Pero pensaba. “Y yo me creía el ganador frente a una batalla con mi propia sombra”. Y usted allí sentada, admirando la sangre secarse. Aunque debo admitir que el sudor de la tierra se limpia mejor que el de la sangre.
     
     Usted que puede, sople fuerte, y volaremos juntos.
     
     No sé a dónde podremos llegar a volar. Quizás aterricemos en sus sueños o despeguemos de mis metas. O tal vez solamente flotemos, como dos globos aerostáticos sobre un campo verde una tarde perfecta de primavera veraniega. Y usted mirándome a los ojos y entregándome el amor de un montón de personas. Y yo ansiando el momento en el cual pueda despertar a su lado, saboreando sus perfumes.
     Quizás entre las dudas de tomarla de la mano o abrazarla en la oscuridad del ocaso de mi vida, yo me disponga a expresarle cariños en situaciones que no lo ameriten. Como una triste canción, o un susurro del viento en medio del camino al silencio.
     Siempre desde que era inconsciente de mis pensamientos sabía que dentro de mis objetivos iba a estar el derecho a ser amado por su corazón. O quizás lo soñé cada vez que soñaba con soñar de noche que usted me soñaba. Que de vueltas que le doy señorita, me tiene loco. Me atrapó su sonrisa y me espantó su sinceridad. O mi sinceridad. Voy a leer el diario para ver cuántas veces nombran adjetivos que la identifiquen. Perfecta, sensual, hermosa, única. Mire usted, solo la última palabra. La encuentro, como siempre digo, perfecta entre las imperfecciones de las fallas anatómicas que nos da nuestra propia vida. La añoro a la distancia pero la odio cuando me abraza. O tal vez, odio el sentimiento inconsciente que tengo de saber que para sus ojos existe un millón de personas pero para mi alma no hay nadie más que usted. Quién sabe si esto es legal o no, pero me gustaría casarme con su sonrisa, y pedirle el divorcio a su pasado. Usted puede hacer lo mismo si quiere. No quiero saber de otros, me gusta la exclusividad. Es tan difícil lograrlo, aunque, como dice Borges, “Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única”. Y eso mismo quiero. ¿Se entendió? Leer a Borges. Con usted. Creo que soy demasiado educado. No puedo tutearla. Sería avanzar sobre algo que no conozco.
     Aunque, ahora que lo pienso, el que no arriesga, no gana
        Entonces…

Hola, cómo estás?

domingo, 20 de octubre de 2013

FFCC

"La vida es como un viaje en tren. Algunos comienzan el viaje junto a ti, otros se suben a mitad del camino, muchos se bajan antes de llegar y muy pocos permanecen hasta el final"


Vale Cuatro.

  • "...es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco no ya para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo." Mario Benedetti. 

  • Esto es como un partido de truco. Te venían tocando buenas cartas. Ahora no, ¿Vas a irte al mazo? No. Podrás perder uno o dos partidos. Pero siempre jugar es mejor que escapar.

  • Vos desde hace mucho tiempo despilfarras sonrisas. Regalas alegría. Y ahora te toca absorber tu propia tristeza para no estallar enfrente a extraños. 

  • Hola, discúlpame. Te quería pedir prestado ese pedazo de sonrisa que te sobra.

  • "Las luces en la costa, son faros del pasado. Todo volverá a ser como fue" G. Cerati.

  • Y si te dijera que mi vida sin vos es lo mejor del mundo porque tengo un motivo para vivir, ¿me creerías?

  • Son tantas las mentiras que uno escucha, pero más las que uno está escribiendo.

Bob Dylan. Eric Clapton. Beatles. Presley. Cash. Waters. 

  • Al final del cuadro, escribí una nota, que decía "Toda pintura es semejante al que la pinta. Y al mismo tiempo, es el fiel reflejo de lo que el que la pinta piensa. Entonces, si miro una pintura, y ella está vacía, pienso que el pintor no tuvo ideas. Pero, como bien dije, puedo entonces pensar que si la pintura está vacía, no hay pintor, porque en el reflejo no se refleja nada".

  • "Nunca te olvides de sonreír, porque el día que no sonrías, será un día perdido." Charles Chaplin. 

  • Te encuentro perfecta entre las imperfecciones de la perfección de la vida. Te huelo deliciosa entre los alimentos que cultivan mis sobras. Te amo a escondidas y sin embargo quiero gritar que te necesito. Te soporto de noche, llorando. Y de día, me enamoro de tus lágrimas. Demasiado cursi, demasiadas palabras para una persona que no sabe abrazar ni a la sombra que lo acompaña.




martes, 15 de octubre de 2013

El Salvavidas.

No es inútil amarse,
finalmente.
Lo mismo que amaestrar serpientes, nos exige
técnica refinada y perder la vergüenza
de actuar frente al mundo en taparrabos.
Y unos nervios de acero.
Pero amar es oficio
saludable también: su liturgia apacigua
el ocio que enajena -como supo Catulo-
y perdió a las ciudades más felices.
Bajo la cuerda floja dispone -no pidáis
una red, porque tal no es posible- otra cuerda,
tan floja, pero última
tan inútil a veces,
bajo la cual no hay nada.
Y entreabre
ventanas que te oreen la cólera y exhiban
a tu noche otras noches diferentes, y así
sólo el amor nos salva a fin de cuentas
del peligro peor que se conoce:
ser sólo -y nada más- nosotros mismos.
Por eso,
ahora que está ya dicho todo y tengo
un sitio en el país de la blasfemia,
ahora que este dolor de hacer palabra
con el propio dolor
traspasa los umbrales
del miedo,
necesito de tu amor como analgésico;
que vengas con tus besos de morfina a sedarme,
y rodees mi talle con tus brazos
haciendo un salvavidas, para impedir que me hunda
la plomada letal de la tristeza;
que me pongas vestidos de esperanza -ya casi
no recordaba una palabra así-,
aunque me queden grandes como a un niño
la camisa más grande de su padre;
que administres mi olvido y el don de la inconsciencia;
que me albergues de mí -mi enemigo peor
y más tenaz-, que me hagas un socaire,
aunque sea mentira
-porque todos es mentira
y la tuya es piadosa-;
que me tapes los ojos
y digas ya pasó, ya pasó, ya pasó
-aunque nada se pase, porque nada se pasa-,
ya pasó,
ya pasó,
ya pasó,
ya pasó.
Y si nada nos libra de la muerte,
al menos que el amor nos salve de la vida.

Javier Valaza, del libro "Los Arrancados"

lunes, 14 de octubre de 2013

Rosa seca.

     Sabía que pidiendo un kilo, me quedaba corto. Sin embargo, asumí la necesidad de tapar con maderas algunos recuerdos. Algunos olvidos. Me fijé el gusto de mi memoria, envuelta en papel de diario por su fragilidad extrema. Me encontré frente a mi mismo, inundado de cimientos. Y supuse que la vida era eso que tenía en la mano y perdía cuando quería atrapar otra cosa. Pero no me importó. O tal vez si. Sigo dudando.
     Siempre desde chico afirmé con la cabeza y confirmé con el corazón que el amor por un padre es único, eterno e imposible de perder. Incluso, y lo sostengo, se agiganta con los años. Copiando sus verdades, ignorando sus consejos, pero admitiendo que lo que uno aprende no es lo que lee ni lo que escucha sino lo que su padre o madre hace. Explica. Lee. Escucha. Asiente. Niega. Aplaude. Llora.
     Me senté y tenía ganas de escribir. Entonces encendí la computadora y me dispuse a teclear. Muchas ideas te vienen a la cabeza, es increíble. Pero vos no sabes como arrancar. Ni con qué. Dudas hasta del título, que aunque no lo parezca, suele ser lo más difícil de hacer. En si, el texto sale solo. por ejemplo, si pienso "rosa seca", escribo.
     "El vagabundo cayó sobre el piso muerto de hambre. Ni la ignorancia del patrón o el desinterés del policía le generaban peor dolor al alma que sentir hambre. De entre el infierno apareció una mujer, alta, rubia, de ojos color miel, con un pedazo de pan y un vaso de te. Sonriendo, le entregó el alimento. El vagabundo no sabía que hacer, no sabía si primero saciar el hambre, o saciar el alma. Buscó entre sus pertenencias, pero todo era basura. La mujer sin esperar, se fue. El hombre empezó a saciar su hambre. Pero se juró que saciaría su alma. Al día siguiente, la esperó. Y casi a la misma hora, la mujer pasó sonriendo, y lo saludó con la mano. Esta vez, el amante de las veredas se le acercó a paso firme, y de su bolsillo, sacó una rosa, seca, envuelta en papel. La mujer sorprendida le agradeció, y le remarcó "está seca". Él, sin bajar su mirada, le contestó "todo lo que parece no lo es. La rosa está seca por dentro pero viva por fuera. Si le diera una rosa viva, y se secara, la tiraría. Se olvidaría, porque con la perfección del perfil de su cuerpo, debe recibir más rosas que yo monedas. Sin embargo, nunca olvidará alguien que buscó una rosa seca, entre todas las perfectas, para que usted lo recuerde".

   

Estocolmo, Suecia. Entrega Premio Nobel Literatura, diciembre 1998: José Saramago.

[Ciegos. El aprendiz pensó "Estamos ciegos", y se sentó a escribir el Ensayo sobre la ceguera para recordar a quien lo leyera que usamos perversamente la razón cuando humillamos la vida, que la dignidad del ser humano es insultada todos los días por los poderosos de nuestro mundo, que la mentira universal ocupó el lugar de las verdades plurales, que el hombre dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto que debía a su semejante. Después el aprendiz, como si intentara exorcizar a los monstruos engendrados por la ceguera de la razón, se puso a escribir la más simple de todas las historias: Una persona que busca a otra persona sólo porque ha comprendido que la vida no tiene nada más importante que pedir a un ser humano. El libro se llama Todos los nombres. No escritos, todos nuestros nombres están allí. Los nombres de los vivos y los nombres de los muertos.

Termino. La voz que leyó estas páginas quiso ser el eco de las voces conjuntas de mis personajes. No tengo, pensándolo bien, más voz que la voz que ellos tuvieron. Perdónenme si les pareció poco esto que para mí es todo."]

Fragmento del discurso de aceptación pronunciado por el gran escritor y novelista portugués.

"En una fotografía, Saramago, arrodillado en el suelo, pinta en papel la frase que llevaría su esposa cuando el Premio Nobel: “Miraré tu sombra si no puedo mirarte a ti”, dice María Magdalena, y Jesucristo responde: “Entonces yo estaré donde esté mi sombra, si allí va a estar tu mirada”, palabras escritas en El Evangelio según Jesucristo."



viernes, 11 de octubre de 2013

Cortázar - hoja 28

"La Maga fumaba, tirada en el suelo, su rostro sobresalía una y otra vez en la sombra, con los ojos cerrados y el pelo sobre la cara, las mejillas brillantes como si estuviera llorando, pero no debía estar llorando, era estúpido imaginar que pudiera estar llorando, más bien contraía los labios rabiosamente al oír el golpe seco en el cielo raso, el segundo golpe, el tercero,"

sábado, 5 de octubre de 2013

Café con hojas

     Desde lejos, ella me miraba y reía. Y yo pensaba, inútil de razón, en su sonrisa. Y también, en los secretos de la vida.
     Inicié la charla con un sincericidio. Nunca mejor usado. Sorprendida, pero dubitativa, me invitó un café. Acepté con gusto, sin antes agradecer. La silla se hizo liviana, y no había gente en este bar. El mozo se acercó desde la nada misma, tomo el pedido, y se fue más rápido de lo que tarda en aparecer el 96 a San Justo. Inició la charla. Y mientras me hablaba, saqué un cuaderno, siempre prestando atención a la suavidad de su voz. Ella seguía contándome sus verdades, mientras yo buscaba una lapicera, un lápiz, lo que sea. Habló de política, luego se fue para su familia, y terminó retocando con palabras, las paredes del café. Desesperado internamente, buscaba relajado la birome. Casi como un salvador, aparece el mozo con el pedido. Mientras le servía la porción de Lemon Pie, le pedí si le molestaba prestarme una lapicera por unos minutos. Sin dudarlo, me prestó una, con la advertencia de "no le queda mucho". Trágico el hombre, se volvió a alejar, pero esta vez, el 96 llegaría antes. Ella miraba sorprendida, y, ante su cara de pregunta, le dije lo que, luego de tres minutos, escribí:
     "Cada tanto uno ve cosas maravillosas. Animales, plantas, atardeceres, y vos. No encuentro un motivo, más allá de mi sed, para tomarme este café. Sería terminar la tarde. Quisiera hacer eterna esta merienda. Guardaría en cajas tu sonrisa, un gran estímulo de mis mañanas. Puedo asegurar, y díganme en donde firmo, que jamás he admirado tanto a una mujer. Compartir una misma mesa me genera algo. Parecería un dolor de panza. Una molestia. No la entiendo. Siento impulsos. Perfección. La misma de tu cara. De tu cuerpo. Si por lo menos te vistieras mal... Pero no. Parece que pudieras leer mi mente. Pareces invisible frente a todos. No hay nada más que vos. Y el mozo. Y el 96 que sé que no vendrá. Y compartiremos risas esperándolo  O quizás, tomando un segundo café. Con una torta completa de Lemon Pie. Yo siempre quise -"
     "El que avisa, no traiciona" pensé. La lapicera y mis palabras habían muerto. Y advertiste eso, cuando mi cara se modificó, desapareció la concentración. Dejé la lapicera, y miraste la hoja. Casi tanto como el 132, sacaste una lapicera, y dijiste "Quiero saber que es lo que siempre quisiste" El esbozo de sonrisa que apareció en mi cara fue inevitable. Otra vez el dolor de estómago. ¿Sería el café?
     "- soñar despierto e ilusionarme dos veces. Siempre quise creer en el amor, y no en una mujer. Siempre quise querer sin importar si el otro me quería. Quise muchas veces robar un corazón con dueño.
     Yo siempre quise encontrar la perfección que a vos te sobra. Yo siempre quise no tener que luchar por la felicidad, ¿estaba pidiendo mucho?. Siempre quise amarte en silencio, ser único para tus ojos, y realidad para tu cabeza. Y siempre te quise robar un café. Eres perfecta bajo la oscuridad de mi constante sincericidio, el cual espero que sepas entender. Pero uno vomita lo que siente cuando encuentra la verdadera felicidad"
     Se acercó el mozo, y le devolví el cadáver de plástico, a lo que le agregué, otro Lemon Pie.
     Ella seguía sin responder lo que, tres minutos antes, comencé a escribirle.


   

viernes, 4 de octubre de 2013

No lo creas

Desde la ventana, el viento tira abajo los sueños y las esperanzas. Los hombres caminan ilesos, bordeando la decepción. Llueve y truena, pero el frente está ahí. Impecable. Camino sobre la hierba mojada, sujeto a un perfecto momento de felicidad. Cierro los ojos y tu cara adorna el momento. Cartas sobre la mesa y las mentiras recortadas en una taza de café. Vacía. Sin azúcar. Dos hielos por favor. Un sirviente del destino que me sirve un vaso de agua. Sin dudarlo, lo disuelvo en la azúcar de mi amargura. De mis sueños opacados. De mis ganas de sonreír. Me levanto de la silla y transito el pasillo al miedo. Cruzo la puerta y me acerco al mostrador. Pido una botella sin nada. Solo se acerca un fantasma que me lee una frase "Camino al éxito, construido por el exitoso, transitado por el valiente". Anoto y se va. ¿Qué anoto? No lo se. Un montón de palabras. Pero, ¿sirven? Si obvio. Todo sirve. Hasta una mentira. Pero no la digas.

Fin de la mentira.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Charla con la realidad, tomo I

     Un día, de esos días que no se olvidan, sin intención de que esto sea una rima, me encontré de frente con una realidad. La recibí, y entre chistes y caricias, le expliqué mis intenciones. Le dije, que yo no era dueño de nadie, pero que si era dueño de mi verdad. Y que la verdad, era que yo estaba fabulando, con un perfecto presente sin lágrimas. Esta realidad me miró, y me dijo, que sus intenciones, eran las mismas, pero que no estaba fabulando.
     De sus bolsillos, la realidad sacó una hoja. Al verla, me percaté del color amarillento, el olor a vejez, y el estado arrugado que tenía. La hoja no tenía nada escrito. La realidad me miró, y me dijo "si yo te diera esta hoja para que escribas las cosas que te harían feliz, necesitarías otra. Si yo te diera esta hoja, y te pidiera que escribas las cosas que te hicieron feliz, podrías además, agregar un párrafo de alguna novela de Bioy Casares". Me quedé, pensando, en dos cosas. Primero, tenía razón. Segundo, por qué Bioy Casares.
     La realidad a continuación, me hizo escuchar una conversación. Era entre un hombre que pedía monedas, y un montó de ignorantes, que pasaban a su lado, como si fuese un arreglo para la decoración. En la conversación, existían respuestas monótonas, siendo "una moneda por favor", y "(sonido de pasos, risas, charlas)" la respuesta. El pobre, al cual yo no podía ver, insistía, sin variar su tono de voz. Y la realidad me miró a los ojos, y me dio la misma hoja, con un texto escrito en lápiz, que nunca entendí, y abajo otro, que si entendí, y también escrito en lápiz: "En un futuro no muy lejano, vas a aprender a valorar las cosas, como el hecho de no tener dinero ni para una hoja" Certero golpe sobre mis condiciones.
     Su ultima intención, fue mostrarme una imagen. Una persona, de edad, con algo en la cabeza que nunca pude comprender, parece estar decorando algo, sobre sus piernas, con una luz tenue que cae de la pared y de un pseudobiblioteca de metal, inundada de cosas carentes de sentido para mi, pero seguramente vitales para el protagonista. De la imagen, se desprendían varias cosas, como la precariedad del lugar de trabajo, su incomodidad, el orden que había, la mezcla de artesanía con tecnología, el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Pero lo que más sobresalía, era la felicidad. Y cuando veo la imagen, pienso, ¿En donde está la felicidad? Y no logro concluirla. Y la realidad, con sarcasmo, se río. Pero luego me miró fijo, y con cara de querer marcarme a fuego, me dijo "a veces la felicidad aparece en formas infrecuentes. No siempre es a base de sonrisas gritos abrazos y otras cosas. Si miras bien, el hombre disfruta estar en su lugar precario, con su sombrero sin sentido, y sus cosas, inservibles para nosotros pero vitales para él. He aquí una muestra de felicidad"
      Y así como si nada, desapareció. Que curioso, la realidad desapareciendo; el mayor problema del humano es cuando aparece y nos sorprendemos. ¿Se podrá mejorar?
Ph: Florencia Vulcano

sábado, 21 de septiembre de 2013

Atardecer del recuerdo

     En si, el atardecer es lo más cercano a la perfección que puede haber. Resume muchas cosas, y abre puertas para otras tantas. Pero al mismo tiempo, significa un fin, o un acercamiento al final del día, al inicio de la noche, y a la cena de tu desayuno. Que placer poder disfrutar un atardecer, envuelto en un manto de agua, pura como la verdad de mis abrazos familiares. Y ahí, entre lo natural y lo artificial, me divierto con la nada misma. Con seres sin vida. Con un poco de arena, y un litro de ganas de sonreír. De valorar el momento. 
     El mar roza mis pies, y el frío me contagia las ganas de escaparme. Sin embargo, el momento, amerita una foto cerebral. Esas imágenes que no hay virus que borre ni computadora que pierda. Esos momentos, gloriosos, ajenos a la rutina, que uno busca añorar. 
     Veo más olas acercarse, y desde mi posición, veo dos chicos, un nene y una nena, divertirse con el agua. Con la arena. Con la inocencia que transmite verlos allí. Sedientos de alegría, ajenos a cualquier momento de tristeza. Los veo, sonreír. Aplaudirse entre susurros lo que hacen. Chapotear, como si fuese, el agua más preciada, y el último momento de sus vidas. Se acercan y se alejan, batiendo al mar a un duelo insignificante, en el que no gana más que la vida ante todos. Aprovechen, que son libres, y sanos, para ser felices. 
     Aumenta el viento, aunque sigue siendo inocente. Fiel a mi enamoramiento parcial, me quedo, y disfruto de la imagen. Creo que la alegría se transmite con el aire. A veces no hace falta ni un contacto ni una palabra. Tal vez esa risa, del nene, cuando el agua lo llena de espuma. O la de la nena, dichosa del momento, que patea la nada para elevar unas gotas. El padre, a los gritos insignificantes, para llamarles la atención. Pero en este cuadro ya no entra más nadie. Solo ellos y su inocencia.
Ph: Florencia Vulcano

jueves, 19 de septiembre de 2013

Relato Crónico

     Cada tanto me pongo a sacar conclusiones sobre lo que me ha pasado. Son como recuerdos plasmados sobre el aire, que intento analizar. Muchos son positivos, otros, me destruyen la sonrisa, y otros pasan, pero más adelante terminan importando. Cada vez que me toca esta etapa, me pongo en un stand by, a la espera de un milagro. Con los años, y los diferentes procesos, fui aprendiendo que en realidad, las conclusiones ya fueron sacadas  y que yo simplemente las repaso. Es una especie de transferencia, del subconsciente al consciente. Pantallaso de la realidad.
     Estos días son irritantes. Me siento humillado, decepcionado, inferior, triste, cabeza abajo, sordo de consejos y ciego de soluciones. Voy para un lado, para el otro, escribo, borro. Hago todo lo que no hago, o tal vez, quiero hacer. Algunas veces son días, otras semanas. Y después de ahí, creo no entender nada, creo que no sirvió. Siento que estoy más escondido de lo que soñaba que pasara. Pero siempre algo se saca. Siempre me da tela para teclear un rato.
     Hace unos días ya me siento que voy entrando en esta etapa, que como dije, es transitoria. Es corta, el humano suele vivir momentos fugaces sin darse cuenta que pasan entre todo. Pero sucede, y a uno, le altera el equilibrio. El barco ya no va tan derecho, es un prodromo, una advertencia de lo que vendrá, o tal vez, de lo que dejamos ir. Y hoy particularmente, la sonrisa se me fue desdibujando. Pasamos de cosas buenas a cosas malas como pasamos del frío al calor, del techo al aire libre, del amor al odio. Y acá, en mi vida, no soy ajeno a esto. El humano en si, vive de bipolaridad, vive de, ahora aquello, y en un ratito, quien sabe. Por eso no me sorprende. Pero si me, como decirlo, tira abajo. No digo abajo y me refiero al pozo, ni cerca. Pero ya uno pierde ganas de hacer cosas que hace, días, añoraba como un abrazo. Ya ni quiero cruzar caras conocidas, ni frecuentar charlas. Me encierro en mi vida de ermitaño transitorio, que en realidad, sostengo que es crónica, pero que se agudiza en una situación así. Claramente, si nos basamos en la evidencia, esto simplemente pasará sin dejar secuelas. Pero esta vez, el camino me está mirando diferente.
     Ya hace varios años transito la misma ruta. Sin destino, o un destino incierto, golpeado y a veces brillante, me siento a fumar la nada misma. Siempre la monotonía fue compañera de mis vivencias. Nunca me escapé del círculo de lo básico, de lo obvio. Si tuviese que dividir este camino, tiene como, diferentes autopistas, que conducen a diferentes cosas. Uno puede transitar todos los caminos de igual forma, pero no va a poder hacer el camino con la misma calidad. No va a poder llegar a destino igual de descansado. No va a poder cuidar todos los caminos con el mismo esfuerzo. Con los años, fui aumentado o disminuyendo mis ganas de transitar cada uno de esos caminos. Amor, amistad, estudio, familia, los pilares básicos en los que siempre me senté, empezaban a mostrarme que no pueden ayudarme si yo no los ayudo. Si yo no leo. Si yo no comparto un mate con la maternidad. Si yo no admiro un libro. Si no disfruto una cerveza entre hermanos. Si yo no deseo amor. Y cuando digo desear, es desde lo más profundo del corazón. Ese amor que te hace vivir sonriendo. Entonces, deduje que algo hacía mal. Pero nunca lo reparé. 
     Algunas cosas no requieren una atención exclusiva. Ya están marcadas en tu vida, y la atención que requieren, es mínima, como por ejemplo, la familia. Las amistades, si son reales como el amor de una madre por su hijo, tampoco requieren una atención exclusiva, casi que se mantienen solas, cada tanto hay que mirar que no se acerquen mucho al mar. Pero en si, estos dos pilares, no son importantes de mantener, y cuando digo esto, no me refiero a descuidarlos, porque eso si estaría mal. Pero estos pilares, son los que están, cuando los otros dos, se caen. 
     Porque el estudio en si, para muchos, es un paso más, es algo, que carece de la importancia que quizás otros si le dan. En mi caso, es clave, muy importante. Sostengo que una persona no es persona si no tiene estudio encima. Y cuando digo estudio, no hablo de la mejor o peor universidad ni carrera. Simplemente estudiar algo, es interés en tener un Futuro. Es interés de algún día decir "yo soy", y que antes de tu nombre, exista un sustantivo que te identifique a algo. Hay una frase de Kant que dice "Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él". Pero como todo, el estudio tiene etapas. Muchos tienen una sumatoria de inteligencia, confianza, astucia, suerte y ganas, y logran transitar este camino sin trabas. Sin caídas. Sin problemas. Otros, vivimos en el piso. Y cada vez que nos levantamos, al tiempo nos caemos. Nunca logramos estar de pie el tiempo que un árbol crece, o que una persona camina. Vivimos de decepciones, por más que algunos quieran negarlo. Y sin embargo, transitamos. Seguimos. Nos cansamos de golpearnos, pero a golpes pareceríamos funcionar. Se que en un futuro esto cambiará. Espero que sea cercano.
     Por último, los pilares antes mencionados, se cierran en el cuarto, que es el amor. En si, el amor, es solo una palabra, 4 letras, miles de definiciones. Y cuando uno dice "¿que sentimos al sentir amor?" yo siempre digo, no lo sé. Y creo que allí también radica un poco de estas conclusiones que cada tanto, me dispongo a realizar. No quiere decir que uno pierda sonrisas por esto, porque no es así. Pero si, te hace reflexionar. Te hace ver que en tu vida, nunca amaste. Nunca ni siquiera dedicaste un beso. Ni un abrazo. Y ese vacío, te saca más conclusiones, pero que no las entendés. Y cuando no entendés una conclusión, es cuando realmente estás mal, porque quiere decir que no sabes el origen de ello. No sabes porque las cosas pasan, o dejan de pasar. Y pensas, existe solución, ¿no? Claramente. Entonces, ¿debo encontrarla? Yo considero que no. Pero si debería lograr sobreponerme a esto. Porque esta autopista, es la más descuidada. Los faroles de iluminación no iluminan. Hay pozos, falta de vallas de contención, no hay lineas, ni subidas, ni bajadas. Esta autopista está llena de mentiras, de parches que buscaban tapar la soledad eterna. Y así, uno no dispone de una conciencia tranquila. O tal vez si, o tal vez no pero cree que si. Es una eterna mezcla de sentimientos. Y acá es cuando yo razono acerca de errores y aciertos. Virtudes y defectos. Pero esto siempre me deja parado en la medio de la vida, como decía Charly. No me sirve. Y quizás sean tiempos de dejar de pensar tanto, y empezar a mirar las cosas de diferentes formas. Dejar el pasado atrás. Olvidar otras conclusiones. Ver todo como si fuera nuevo o viejo, pero diferente a lo que crees que sobreviviste. Ya no sirve estar atados a puertos que abandonaste. A diarios que usas para secarte los pies. Quien sabe, quizás en unos meses, escriba una conclusión más corta, y que el título no sea "Relato crónico", sino algo más lindo. Algo más llamativo. Algo más, parfait pour la vie

domingo, 15 de septiembre de 2013

Lo nuevo enamora.

          Desde chico, entendía que las cosas lamentablemente no son eternas. La infancia, la primera evidencia de esto, se terminaba cuando uno más quería que se termine, pero después, es necesaria. Y sin embargo, las cosas terminan, pero uno mismo no. En estos casos es cuando, el humano deja de ser humano y se convierte en persona. Se transforma en un sobreviviente de lo vivido. Una lección de alegría destruida. Y entre los restos despedazados de la decepción, se construyen imperios de alegría. Se animan los miedosos a apostar por lo desconocido. Se enamoran corazones. Se entrelazan besos amargos. Solo depende uno mismo el poder, pasando los días, cerrar capítulos. Abandonar ideas. Saltar campos. Dejar el pasado, y tapiar la puerta que te lleve a él. Ignorarlo, sobreponerse. No volver. Cada escalón solo sube. Cada habitación, debe ser nueva. Debe ser algo que nunca imaginaste. Y allí, entre lo no vivido y lo cotidiano, animarse a lo demás. No atarse a puertos ya visitados, ni estancarse con el presente perfecto. Siempre lo nuevo te despierta curiosidad. 

Little words

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer" (Coelho)

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única" (Borges)

"Te dicen descuidado porque están acostumbrados a los jardines y no a la selva" (Sabines)

"Educad a los niños, y no será necesario castigar a los hombres" (Pitágoras)

"Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él" (Kant)

viernes, 13 de septiembre de 2013

El caminante.

            El caminante cada día camina entre sus propias dudas. Paso a paso escapa de un pasado que le carcome la mente en cada instante sin pensar. El caminante a la mañana desayuna miles de mapas, que le indican cientos de caminos para llegar a un punto mejor. Este caminante no usa ni brújula ni las estrellas. Solamente se guía por lo que cree que está bien. El caminante vive de disyuntivas a cada paso. Izquierda derecha, arriba abajo, para atrás nunca, siempre para adelante. Cada disyuntiva le genera dudas, y cada duda, es un camino diferente. Sin embargo, se las arregla para que, entre las dudas que le generan, siempre elegir el camino que le lleve a buen puerto.
            Algunos días, el caminante se sorprende con la torpeza que lo rodea. Pero sin embargo, lejos de ilusionarse, camina humildemente entre un mar de indiferencias. Siempre que avanza, deja una estela, para saber que ese camino ya ha sido recorrido, para saber que por ahí, no se puede volver atrás. Y él lo relaciona, con errores del pasado, como si los errores fueran caminos que nunca debemos volver a transitar. Entonces, entre las moralejas que siempre aplaude su inconciente, descubre que “al volver al pasado, debemos fijarnos en donde pisamos, para evitar volver a un punto desde el cual nos equivoquemos de camino”.
            Otros días, el caminante se enamora de cada planta que decora el camino. Entiende que la naturaleza que lo rodea es producto de su sonrisa constante. Entonces, a cada paso, despilfarra alegría, decora de felicidad la silueta del árbol más alto y más viejo de su viaje. Y a pesar de que cada tanto, tropieza y cae sobre sus propias fallas, el caminante se levanta y esquiva esas fallas, o a veces, las intenta reparar, para que si volviese caminando para atrás, no se tropiece con la misma piedra. Entonces, el caminante concluye que “nunca sonreír está de más; los errores no son fracasos, y el caerse no significa rendirse. Rendirse jamás”.
            Algunas noches, entre la oscuridad de su soledad absoluta, el caminante encuentra en la distancia, luces que le indican por donde tiene que ir. Duda de cada una, y no confía ni en su propia linterna, pero siempre debe elegir, ya que cada una ocupa un camino. Algunas noches, elije la correcta, y al día siguiente se despierta con más ganas de correr que de caminar, de saltar que de pararse, de amar que de querer. Otras, se equivoca, y la luz se le apaga, oscureciendo sus ideas, y opacando su futuro. Sin embargo, prende su linterna, una especie de conciencia, que le indica que nada puede quitarle las ganas de ser feliz. Para concluir su noche, el caminante se dice a si mismo “nada ni nadie puede arrebatarte las ganas de sonreír frente a todo, las ganas de ilusionarte con un futuro que te llene de alegría, las ganas de estar mejor”.
            Para ya concluir su viaje, el caminante cierra su bitácora con algunas ideas, con algunos consejos para aquellos que quieran transitar su camino de ida. En su memoria, él siempre remarca que “cada disyuntiva tiene una sola respuesta que te lleve a la sonrisa, y una sola respuesta que remarque tu forma de pensar, y ambas, a veces, pueden no ser las mismas. Es ahí en donde entra tu estado emocional”. También, entre sus muchas palabras y mapas escritos con suspiros de sus ilusiones, comenta que “al pasar los días, me fui dando cuenta que la vida pasa al mismo tiempo que nosotros pasamos por sobre ella, imposibilitando que realmente disfrutemos de lo que nos tiene que pasar. Debemos siempre, apartar las urgencias, y esconder los problemas un rato en un cajón, para poder entender que solo se vive lo que se vive una vez en una sola vida.”.

            Así el caminante, entre abrazos besos y caricias, se despide de sus aplausos sin manos y de sus ojos sin mirada. Entiende que cada cosa debe ser influenciada por su persona. Cada momento es reflejo de las ganas que tenemos de estar mejor. Si el reflejo es una sonrisa, siempre estaremos felices. Si el reflejo no tiene sonrisas, la felicidad estará ausente. Pero el problema es cuando no existe un reflejo sincero; es ahí cuando nos engañamos a nosotros mismos. A nuestra propia ilusión.


martes, 10 de septiembre de 2013

La Biblioteca de Babel, Ficciones. J. L. Borges.

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.

Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta         letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.

El primero: La Biblioteca existe ab alterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.

El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)

Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.

Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada. 

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.

Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.

Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.