Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

lunes, 24 de febrero de 2014

Instrucciones para dar cuerda al reloj. Julio Cortázar

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.


martes, 18 de febrero de 2014

La rutina asesina y el vaso de nada.

Es curioso como a veces pienso lo aburrido que es el hecho de manejarme en una rutina constante que no hace más que hacer más monótono lo que yo, fracasando constantemente, intento cambiar. Es como que, lo que le sigue a lo que va a pasar después de que yo haga lo que estoy haciendo, luego de haber hecho lo que tuve que hacer hace un rato, ya lo sepa. ¿Me entendés no? Porque, en si, a uno un poco la rutina le gusta, le hace pensar menos, te gusta manejarte en una ruta que conoces. Pero si la rutina no te agrada, si te sentís, quizás, solo. Ahí ya estás pidiendo a gritos un cambio, que claramente no depende de vos. Y lo sabes. Pero igual pedís que una soga evite que te hundas, ahí. Si hubieses aprendido a nadar cuando te tiraron al agua sin salvavidas, ahora no estarías tan desesperado. Es un poco de eso, ¿no? Aprender a convivir con lo que no funcionó, con el abandono, con el sincericidio sin efecto boomerang. Pero, es así. Hoy pensaba, mientras se lavaba el mate, que todo lo que a uno le pasa, es consecuencia de lo que uno hace. Pero, igual uno piensa, cuando no le sale lo que quiere, que el otro hizo mal, que el error, no es nuestro. Eso pasa al principio. Después, en frío, con yerba nueva, haces autocrítica. Ahora, pregunto yo. ¿Qué pasa cuando no encontrás un error tuyo? Claro, el destino. Que "todo no depende de uno", que "las cosas son entre dos personas", que "no podes esperar que pase lo que queres siempre", etcétera. Eso es mito, es fábula, son patrañas. Si vamos a sentarnos a esperar que el destino nos quite una sonrisa, nos entregue un trabajo, o nos de dinero, no va a pasar. Pero ahora, vos estas pensando, que como tenes el trabajo, como tenes el dinero, y como vivis sonriendo, eso es así. No. Vos lo conseguiste. Tuviste un poco más de suerte que algunos que yo conozco.

jueves, 13 de febrero de 2014

Tres Sonrisas.

Me dispuse a escribir, y salió:
"Siempre pensé que me enamoraría de la primera que al mirarme directamente a los ojos me genere una sensación de ganas de besarla sin pensar en la falta de aire que eso puede conllevar. Sabiendo, inconscientemente, el riesgo que esto de enamorarse genera, sabiendo que amar sólo lo logran los valientes, los verdaderos dueños de las sonrisas. Sabiendo que mi paciencia para esperar que estés disponible para mis ojos es traicionera, porque sin querer me apura la ansiedad. Sabiendo demasiado quizás, desconociendo un poco.

Siempre tomé con pinzas los buenos momentos, miedoso de que sean producto de una imaginación la cual crea fantasmales realidades para anular mi depresión constante. Ésta sensación asquerosa de estar perseguido por un empirismo que busca culpar a la nada misma, de tus problemas. Y yo ahora, soy un ser que duerme de noche para vivir las aventuras de los sueños, en los cuales, soy un despilfarro de alegría. Pero entre las almohadas de mi inconciencia, me visto de payaso, solo para hacerte sonreir. Y si me preguntan, como suelen hacerlo, porque hago estas cosas, digo que es porque el simple hecho de el poder ver tu sonrisa es lo más maravilloso que tengo.

Siempre creí, esclavo de palabras, que la gente se odia hasta que no puede odiarse más, y se ama. Creía que la vida era simplemente un momento, y que el resto del tiempo, era la felicidad. Pero después comprendí que la felicidad en realidad, son pedazos de cosas que se derriten frente a todo, o a la nada. Y así, cansado, me senté a tomar un café, en un viejo bodegón de la calle Marmol. Aplaudí para que el mozo se alejara, y me serví dos litros de agua mineral. Y mientras veía el agua, pensaba que nunca más podría sentarme frente a tus ojos a decirte lo mucho que extraño el poder escuchar el sonido de tu panza un mañana de verano del otoño que se acercaba. Y mientras el café se enfriaba, y el mozo lo calentaba, soñé mucho. Pero quedé en seco, y recordé, que la nada es traicionera, puede estar llena de mucho. Siempre aplaudí a los que frente al abandono se incorporan, y te recitan un poema, sin escritor, ni palabras, pero te sacan no una ni dos, sino, tres sonrisas".

sábado, 1 de febrero de 2014

"Cuando sea grande"

     Cuando sea grande, me gustaría ser chico. Cuando sea grande, quiero aprender a valorar a las personas. Cuando sea grande, voy a construir muchos sueños, así sobran motivos para vivir. Cuando sea grande, voy a querer a tanta gente que mis ganas de verlos van a quedarse cortas. Cuando sea grande, voy a bailar, sobre mi pasado. Cuando sea grande, voy a pensar en tantas cosas menos en ser feliz. Cuando sea grande, seguramente critique a los que cuando era chico, aplaudí. Cuando sea grande, un "te amo" realmente va a ser un te amo. Cuando sea grande, los besos más que vergüenza, me van a dar alegría. Cuando sea grande, voy a refugiarme en los amigos. Cuando sea grande, voy a usar el diario para algo más que secarme pies mojados. Cuando sea grande, creo que voy a entender de donde vienen los hijos. Cuando sea grande, voy a aprender a conservar el consejo de un viejo. Cuando sea grande, los libros van a ser más útiles que para pintarlos. Cuando sea grande, voy a querer ser feliz todo el tiempo como cuando era chico. Pero eso no se puede. Cuando sea grande, me voy a enojar por cosas que carece sentido enojarse. Cuando sea grande, voy a dejar de usar sonrisas baratas que usaba cuando despilfarraba alegría. Cuando sea grande, no voy a anclar en puertos en los que no veo ganas de recibirme. Cuando sea grande, no voy pensar tanto, solo sirve actuar, y no en un teatro. Cuando sea grande, voy a brindar sin motivos, con la sombra de mi compañía solitaria. Cuando sea grande, me voy a comprar una casa en la que puedan vivir todas las ideas que tuve. Cuando sea grande, no voy a pensar en ser viejo. Cuando sea grande, quizás me de cuenta de todo lo que de chico me mató la conciencia. Cuando sea grande, el mundo va a ser insignificante frente a mis ya expiradas ganas de conocer por conocer. Cuando sea grande, seré siempre el mismo que cuando no era grande ansiaba tanto tenerte al lado como lo ansío ahora. Cuando sea grande, quizás sea el mismo que ayer se acordó del mañana. Cuando sea grande, todo ya no va a estar, va a ser desierto entre árboles. Cuando sea grande, mucha gente, va a seguir siendo muy chica. Y sin embargo, todo es lo mismo. Cuando sea grande, quiero ser niño.