Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

lunes, 3 de noviembre de 2014

Las Bicicletas

Una a una se iban amontonando las bicicletas sobre la vereda de doña Alicia, cada pequeño participe de la historia que se estaba celebrando en aquel fondo de Lobos ocupaba su lugar en el verde césped. Ahí estaba Juan, el creador de alegrías, disfrazado de momia coqueta, llenando un par de vasos con el néctar de los héroes. Alzo el cristal transpirado a lo alto del cielo nocturno, porque así creía el que debía ser un brindis. Un encuentro magnético de una misma intención, que se resumía en unas pocas palabras dichas al mundo, en medio de la oscuridad. “Por  la sed verdadera” dijo, “Por la sed verdadera” se escucho del otro lado del puente donde estaba Cristian, el que veía lo que otros no, disfrazado de hobbit. Ambos ubicados en una esquina de la fiesta, compartiendo la foto con Freud, que analizaba a La mujer Maravilla; El pibe Valderrama y una cocina con hornallas apagadas atacando a Helena de Troya, Marylin, y Cleopatra; un sugus de ananá intentando moverse a la par de Elvis; un Huevo Kínder, y tantísimos más. Todos formando una heterogénea masa que bailaba en la más histórica de las coreografías.
La luz de aquel patio reflejo estrellas en el cielo, y Lorena, la de cálida voz, que iba vestida de Minnie, las uso para guiar su bicicleta hacia allí. Intento entrar en absoluta invisibilidad, pero Cristian, el que veía lo que otros no, la descubrió. Quiso disimular detrás de un sorbo largo de cerveza toda su alegría por encontrarla allí. Pero así como Cristian, fue el único capaz de ver a Lorena al entrar, Juan, el creador de alegrías, fue el único en notar aquella sonrisa en su compañero. Juan, que iba vestido de momia, no lograba ver a Lorena aun, entonces intento, como era su costumbre, inventar las semillas de aquella sonrisa. Pensó: “solo aquellos que mañana no tengan nada que hacer, pueden beber del pico. El resto, los que tienen que trabajar, que estudiar, que hacer mandados, o que dormir, pedirán vasos, y serán controlados por Cristian, aquél que ve lo que otros no ven. Levanten sus copas, y brindemos por el fin de la carrera”. Al mismo tiempo, todos levantaron las copas, los vasos, los bidones, los picos, las faldas y los suspiros. Chocaron en el aire con la nada misma, y rieron a carcajadas luego del fondeado. La luz era tenue a la distancia, solo se veía lo que uno quería ver.
                Arturo, El Soñador de Lobos, llegó tarde, la calle estaba llena de sueños, y él amaba los sueños. Si uno quería soñar, tenía que pedirle autorización a él. Llegó junto a su esposa, Promesa, la impuntual, quien nunca anunciaba su horario, para no contradecir su nombre. Entre su llegada y la del último invitado, pasaron 25 personas más, de las cuales 24 eran humanos y 1 era ET, no se sabe aún si vestido o real. Solo se sabe que su bicicleta también se estacionó sobre lo de doña Alicia. Bailaron hasta el amanecer, se tomaron todo lo que pasaba el esófago, y se comieron todo lo que el cuerpo no devolvía (aunque algunos, eran la excepción). Mirta y sus pequeños se fueron temprano: ella es maestra jardinera y ellos peones de su jardín. La familia más numerosa no se podía ir; si se iban, la mitad del césped quedaría al descubierto, la fiesta se vaciaría.
Mucha gente recordó siempre la fiesta que organizó Juan, el creador de alegrías, quien, entre tantos invitados, no paraba de despilfarrar sonrisas. A la mañana del siguiente día que sucedió a la fiesta, el diario titulaba “Gran noche”, y debajo de aquel titular, “seremos ancianos, seremos ciegos y sordos, y ya no podremos entender las cosas que mañana irán a impresionarnos sin ensuciarnos la cara”, y mi prima dormía y roncaba, sin tener en cuenta que ayer alguien estaba a su lado, y hoy, la radio era lo único vivo en su pequeña habitación, hablándole de un momento Épico.


http://corazonesypensamientos.blogspot.com.ar/ (Luciano Blanco)
http://palabrassobrelahoja.blogspot.com.ar/ (Patricio Di Salvo)



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