Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

jueves, 9 de enero de 2014

Diciembre, 2013.

     "Mueren en los sueños las ilusiones hechas en vida". Eso leí sobre el asiento que estaba a mi lado viajando en el subte. El año se estaba yendo para siempre y el calor me aniquilaba sin charla previa. Ya estaba tocando la puerta la nueva vida de la que todos hablan pasadas las 00 horas. La frase "el año se pasó volando" ya no me era familiar. Para mi, había sido eterno. Pero ahora saboreaba como hace mucho no hacía el sabor del triunfo. El placer del deber cumplido.
     La gente se arrimaba a la muerte para esperar el tren. Parece que les daba mayor tranquilidad verlo llegar y no sorprenderse con su presencia. Casi como la vida. La impaciencia. Nunca logré comprender la desesperación de las personas para ingresar a un tren o subte. Siempre los miré con desprecio, porque ellos mismos estaban despreciando su vida. Que extraño. Yo sin embargo, no me movía de mi zona de atalaya. El tren llegaba despacio, y al abrir las puertas, entré al placer del mundo con aire acondicionado. Que ironía el hecho de que encontremos la relajación en un espacio de estrés. Pero ahora me percaté de muchas tantas únicas primeras cosas, que nunca advertí, ciego de condenas, esclavo de pensamientos.
     La suciedad decoraba la realidad. Las caras largas, el olor a cansancio, y el hambre que ya me hacía ruido. Era menester un poco de desinterés. Un poco de sonrisas sin paga por adelantado. Y ahora, preso de mi embotellamiento amoroso, pensaba en amar sin la necesidad de amores baratos y gotas de aire. Soñaba con que el límite de la ignorancia fuese un reconocimiento. Ya habré desviado la atención del lector, pensé. O quizás, yo haya perdido el hilo. Todo es posible. 
     El subte continuaba avanzando, dando lástima. Nadie se mira, todos son víctimas de la electrónica, pocos lo son de la literatura. Es el mundo que hay, en el que un teléfono es el mejor amigo del hombre. Con o sin auriculares, contestando un mensaje, leyendo el diario, viendo twitter. Es asombroso como se hunden en un pequeño espacio de luz. Ya no hace falta hacerse el dormido para no ceder el asiento: esto es peor, porque demuestra adicción. Necesidad. Dependencia. Ya no hay amores de transporte, miradas antimorales, persecuciones por el hola. Nadie susurra una frase al olvido. Ahora queda todo resumido a la ignorancia. Al "el otro no existe". Yo estoy solo acá. Es un detalle de la vida ese: la ignorancia solo se ve interrumpida cuando el interés le gana por goleada. No alcanza con el 1 a 0. 

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