Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

sábado, 5 de octubre de 2013

Café con hojas

     Desde lejos, ella me miraba y reía. Y yo pensaba, inútil de razón, en su sonrisa. Y también, en los secretos de la vida.
     Inicié la charla con un sincericidio. Nunca mejor usado. Sorprendida, pero dubitativa, me invitó un café. Acepté con gusto, sin antes agradecer. La silla se hizo liviana, y no había gente en este bar. El mozo se acercó desde la nada misma, tomo el pedido, y se fue más rápido de lo que tarda en aparecer el 96 a San Justo. Inició la charla. Y mientras me hablaba, saqué un cuaderno, siempre prestando atención a la suavidad de su voz. Ella seguía contándome sus verdades, mientras yo buscaba una lapicera, un lápiz, lo que sea. Habló de política, luego se fue para su familia, y terminó retocando con palabras, las paredes del café. Desesperado internamente, buscaba relajado la birome. Casi como un salvador, aparece el mozo con el pedido. Mientras le servía la porción de Lemon Pie, le pedí si le molestaba prestarme una lapicera por unos minutos. Sin dudarlo, me prestó una, con la advertencia de "no le queda mucho". Trágico el hombre, se volvió a alejar, pero esta vez, el 96 llegaría antes. Ella miraba sorprendida, y, ante su cara de pregunta, le dije lo que, luego de tres minutos, escribí:
     "Cada tanto uno ve cosas maravillosas. Animales, plantas, atardeceres, y vos. No encuentro un motivo, más allá de mi sed, para tomarme este café. Sería terminar la tarde. Quisiera hacer eterna esta merienda. Guardaría en cajas tu sonrisa, un gran estímulo de mis mañanas. Puedo asegurar, y díganme en donde firmo, que jamás he admirado tanto a una mujer. Compartir una misma mesa me genera algo. Parecería un dolor de panza. Una molestia. No la entiendo. Siento impulsos. Perfección. La misma de tu cara. De tu cuerpo. Si por lo menos te vistieras mal... Pero no. Parece que pudieras leer mi mente. Pareces invisible frente a todos. No hay nada más que vos. Y el mozo. Y el 96 que sé que no vendrá. Y compartiremos risas esperándolo  O quizás, tomando un segundo café. Con una torta completa de Lemon Pie. Yo siempre quise -"
     "El que avisa, no traiciona" pensé. La lapicera y mis palabras habían muerto. Y advertiste eso, cuando mi cara se modificó, desapareció la concentración. Dejé la lapicera, y miraste la hoja. Casi tanto como el 132, sacaste una lapicera, y dijiste "Quiero saber que es lo que siempre quisiste" El esbozo de sonrisa que apareció en mi cara fue inevitable. Otra vez el dolor de estómago. ¿Sería el café?
     "- soñar despierto e ilusionarme dos veces. Siempre quise creer en el amor, y no en una mujer. Siempre quise querer sin importar si el otro me quería. Quise muchas veces robar un corazón con dueño.
     Yo siempre quise encontrar la perfección que a vos te sobra. Yo siempre quise no tener que luchar por la felicidad, ¿estaba pidiendo mucho?. Siempre quise amarte en silencio, ser único para tus ojos, y realidad para tu cabeza. Y siempre te quise robar un café. Eres perfecta bajo la oscuridad de mi constante sincericidio, el cual espero que sepas entender. Pero uno vomita lo que siente cuando encuentra la verdadera felicidad"
     Se acercó el mozo, y le devolví el cadáver de plástico, a lo que le agregué, otro Lemon Pie.
     Ella seguía sin responder lo que, tres minutos antes, comencé a escribirle.


   

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