De sus bolsillos, la realidad sacó una hoja. Al verla, me percaté del color amarillento, el olor a vejez, y el estado arrugado que tenía. La hoja no tenía nada escrito. La realidad me miró, y me dijo "si yo te diera esta hoja para que escribas las cosas que te harían feliz, necesitarías otra. Si yo te diera esta hoja, y te pidiera que escribas las cosas que te hicieron feliz, podrías además, agregar un párrafo de alguna novela de Bioy Casares". Me quedé, pensando, en dos cosas. Primero, tenía razón. Segundo, por qué Bioy Casares.
La realidad a continuación, me hizo escuchar una conversación. Era entre un hombre que pedía monedas, y un montó de ignorantes, que pasaban a su lado, como si fuese un arreglo para la decoración. En la conversación, existían respuestas monótonas, siendo "una moneda por favor", y "(sonido de pasos, risas, charlas)" la respuesta. El pobre, al cual yo no podía ver, insistía, sin variar su tono de voz. Y la realidad me miró a los ojos, y me dio la misma hoja, con un texto escrito en lápiz, que nunca entendí, y abajo otro, que si entendí, y también escrito en lápiz: "En un futuro no muy lejano, vas a aprender a valorar las cosas, como el hecho de no tener dinero ni para una hoja" Certero golpe sobre mis condiciones.
Su ultima intención, fue mostrarme una imagen. Una persona, de edad, con algo en la cabeza que nunca pude comprender, parece estar decorando algo, sobre sus piernas, con una luz tenue que cae de la pared y de un pseudobiblioteca de metal, inundada de cosas carentes de sentido para mi, pero seguramente vitales para el protagonista. De la imagen, se desprendían varias cosas, como la precariedad del lugar de trabajo, su incomodidad, el orden que había, la mezcla de artesanía con tecnología, el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Pero lo que más sobresalía, era la felicidad. Y cuando veo la imagen, pienso, ¿En donde está la felicidad? Y no logro concluirla. Y la realidad, con sarcasmo, se río. Pero luego me miró fijo, y con cara de querer marcarme a fuego, me dijo "a veces la felicidad aparece en formas infrecuentes. No siempre es a base de sonrisas gritos abrazos y otras cosas. Si miras bien, el hombre disfruta estar en su lugar precario, con su sombrero sin sentido, y sus cosas, inservibles para nosotros pero vitales para él. He aquí una muestra de felicidad"
Y así como si nada, desapareció. Que curioso, la realidad desapareciendo; el mayor problema del humano es cuando aparece y nos sorprendemos. ¿Se podrá mejorar?
Ph: Florencia Vulcano |
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