Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

domingo, 29 de diciembre de 2013

Sueño de una noche de verano.

     Y fue ahí cuando, me disfracé de pasión y te quité la sonrisa. Y el embrujado cementerio me devolvió los fantasmas del pasado. Y brindé, entre galletas de arroz, por una vida sin tropiezos. Y busqué, entre la muchedumbre, tus ojos que me miraran y me prendieran fuego el alma. Y me esfumé, como el cigarrillo del loco, que de a poco se consume sin que nadie se dé cuenta. Conté ovejas hasta llenar mil campos, para que el tiempo no pase y pudiera estar más tiempo abrazado a tu piel. Y si pudiera, te compraría un baúl, en el que guardes los besos que te doy a escondidas, mientras imaginas el mañana.

     Y fue ahí donde, sobre la mesa de un guía de turismo, te enseñé a recorrer el mundo tomada de mi mano. Te saqué a pasear, justamente ahí, para que nunca me digas que caminabas sola. Y fue ahí donde te compré, el recuerdo perfecto, una declaración de amor. Fue ahí donde escuchamos por primera vez las palabras de Shakespeare: "Conservar algo que me ayude a recordarte, sería admitir que te puedo olvidar". Y pensar que yo sigo conservando esa bufanda gastada, la cual, si hundo la nariz hasta que el algodón entre en mi garganta, se huele el perfume que impregnas a tu paso. Y sé que si la conservo por mil años, no podría nunca olvidarte. Aún conservo tu teléfono en un papel, consciente de que no tiene sentido, ya que me lo sé de memoria.

     Y fue allá como me terminé dando cuenta que el tiempo es un amigo. Fue por acá el lugar en el que aprendí como conservar lo que nunca fue tuyo. Aprendí a querer sin tener deudas, a besar sin esperar algo a cambio, a invitar sin temerle al no. Fue ahí donde me percaté que un amor es un puente unido por dos puntas. Fue ahí el momento exacto en el que comprendí porque un esfuerzo no es suficiente para una sonrisa. Fue ahí cuando comprendí que no somos tan culpables de nuestras tristezas. Fue ahí donde me premié a mi mismo por abandonar pensamientos oscuros.

     Y fue tan solo una ráfaga de abrazos el día que te volví a ver, loco por atarme a tu cadera. Y en el bar pedimos cerveza para matar las horas. Y en el desayuno, el café me daba dolor de panza. Y vos que me hacías masajes, casi suspirando, para que el sueño y la paz le venciera a la gastritis. Y yo soñando toda mi vida con un momento, que no existía, ya que, como siempre, abrí los ojos de este sueño eterno. Y las ovejas realmente eran ovejas. Y el silencio era el de mi soledad. Y ahí maldije, el tren pasado, el camino errado, las palabras calladas. Maldije la falta de acción y el hecho de no animarme a tomarte de la mano y decirte el tamaño que tenían mis ganas de estar con vos. No me arrepiento de tanto, pero si de mucho. Aunque comprendo, que vivir del pasado es atarse a un puerto del cual nunca vas a salir. Hay momentos en el que las cartas no son las que esperas, y no por eso te vas a ir al mazo. Ya sos parte del cuadro que decora la pared de mi salón del pasado. Falta encontrar la llave para no poder volver a entrar.

     Siempre soñando, que falta de acción. Era de madrugada cuando la ventana dejaba pasar el viento. Calor de enero, y unas estrellas que llenaban de migas el cielo azul. El mar que rompía con la tranquilidad, aunque debo admitir que es una decoración ideal. Mi habitación, madera en si, era una compañía para el misterioso. Me asomé a la ventana y miré la luna, casi tan perfecta como el color de tu pelo. Tanto amor, tanta cursilería, me dio asco. Decidí acostarme, pero sabía que no iba a echar ni medio ojo. Entonces, me incorporé y tomé un libro, para matar esta noche de verano.


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