Me puedo creer que caigo en
telas que cuelgan de asombrosas bisagras unidas a restos de un pasado fundido
en caramelos y alcohol.
Me puedo creer que si cierro
los ojos vislumbro sin prejuicios el día perfecto en la vida de cualquiera.
Me puedo creer a mí mismo en
un momento diferente al que relato pero con una sonrisa similar a lo que me
sucedió ayer.
Me puedo creer, ciego de
compromiso con el tronador de otoño, que aplaudo sin condicionantes la victoria
del esperanzador en un mañana.
Me puedo creer una película
de Disney, una mentira de programa chimentero, una excusa de adolescente.
Me puedo creer ser lo mejor
de tu vida y, al mismo tiempo, creer ser el error de tus acciones.
Me puedo creer tantas cosas
de las cuales, solo la mitad voy a pensar que es verdad, porque el resto son
solo patrañas que existen en mi mente sin escrúpulos ni anteojos.
Me puedo creer que tomo con
mis manos el viento y lo invoco hacia mi vida para soplar lo que alguna vez me
hizo mal.
Me puedo creer que las nubes
hacen figuras que no hacen más que decirme lo que no tengo que hacer.
Me puedo creer que al contar
estrellas pierda el recuerdo de tu sonrisa en una mañana y en una tarde, pero
no en la noche.
Me puedo creer que caminar
en círculos siempre me llevará a lo que alguna vez me hizo empezar a caminar.
Me puedo creer, entre otras
cosas, la verdad de los reyes de tus aplausos.
Me puedo creer un vividor
total si lo único que hago es disponer de tus abrazos.
Me puedo creer en los
recovecos de los espacios más perdidos, que si me siento a hablar solo,
conoceré al que alguna vez fue mi verdadero yo.
Me puedo creer entonces, que
todo lo malo es consecuencia de ausencia de lo bueno, aunque un poco dudo de
que ésta frase sea tan así.
Me puedo creer que los
verdaderos mentirosos siempre son los borrachos y los niños.
Me puedo creer que si te
pienso ebrio, no soy un idiota, sino el mejor de todos, porque dentro de mi
estado de conciencia defectuoso, sos el primer pensamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario