Letras

"Todo mañana es la pizarra donde te invento y dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa." Cortázar.

"Schopehnauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir, hojearlas, soñar." Borges.

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Cicerón

"La libertad está en ser dueños de la propia vida". Platón.

"Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer." Paulo Coelho

"En las adversidades sale a la luz la virtud." Aristóteles

"Lo que crece como resultado de la rudeza de los ignorantes no tiene efectos a no ser por casualidad". Umberto Eco

sábado, 12 de abril de 2014

Confesiones al aire libre


                Siempre admiré a aquellos que pueden atravesar la ciudad sin ser afectados por las historias eternas y picantes de ésta. Quizás, los admire porque desconozco como se hace para dejar de recordar el pasado. O tal vez, porque si, porque tengo ganas de algo, porque no tengo otro a quien admirar. La admiración es un sentimiento de inferioridad, he dicho. Y si me dijeran que me admiran, me sentiría inútil, porque estoy generando escalones entre los que deberían estar sobre el mismo peldaño de la escalera.
                Cuando me sentaba en el colectivo y era chico, imaginaba mundos de fantasías que no existen ni en los libros menos lógicos. Soñaba con cosas cómicas, simples, eufóricas. Esas cosas que te hacían querer saltar del asiento, motivo por el cual, era muy inquieto.
    Siempre me cuentan la misma anécdota de que una vez me escapé y aparecí juntando pelotas en una casa de deportes. Es como que a los padres les gusta contar dos tipos de anécdotas: las felices, y las tristes con final feliz. Que masoquistas.
                Una vez, me di cuenta que el mejor momento para caminar por la calle, es un día de semana, a las 7 de la tarde, sin tanto sol, y no con tantas nubes, sin preocupaciones ni prisa, ni cansancio, mucho menos mal humor, y ni que hablar de traer un problema. Me di cuenta porque iba caminando, sin pensar en nada, y me gustaba todo lo que ante mis ojos se presentaba. Algunas cosas, como en todo, eran la excepción. Pero la mayoría era maravillosa: cosas que solamente pueden gustarte un día de semana a las 7 de la tarde, sin tanto sol, y no con tantas nubes.
                Muy pocas veces me arrepiento de lo que digo o hago, o tal vez, casi nunca, porque arrepentirse, es ser consciente que lo que hiciste, lo hiciste sabiendo que existía esta posibilidad de arrepentirse. Es un juego de palabras muy interesante si se quiere.
                Me gusta escuchar música sin entender porque la estoy escuchando. No soy de esos que seleccionan qué escuchar, me encantaría poder poner mil discos al mismo tiempo, y que los vinilos estén parando y empezando uno tras del otro, mientras al mismo tiempo leo a Cortázar, y el café deja de estar caliente.
                

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